"Si los jugadores sobreviven a la pólvora y a las llamas, y a los envites y contraenvites de la fase intermedia, llegaremos a la fase final". Así comienza Gary Kasparov a hablarnos de esta etapa de la partida en su libro "Cómo la vida imita al ajedrez". Por cierto una obra que recomiendo comprar.
Cuando quedan pocas piezas sobrevivientes y este período del encuentro es considerado por la mayoría como "básicamente un ejercicio matemático", hay menos imaginación y más cálculo. Pero esto no quiere decir que todo esté predeterminado.
Fiel al esquema del libro, Kasparov aprovecha para meter otro bocadillo y lo compara con un acontecimiento histórico. Veamos: "El final de la partida representa el tratado de las negociaciones tras el final de la batalla. Talleyrand, maestro de las fases finales, fue capaz de salvar a Francia de la desmembración en el Congreso de Viena (1814-1815), después de maniobrar hábilmente para que Napoleón fuera apartado del poder. Tras la caída de su líder, Francia era una nación ocupada y desacreditada, que apenas tenía esperanzas de influir en el Congreso que modeló Europa después de las guerras napoleónicas.Y aún así, Talleyran consiguió dividir a las fuerzas aliadas vencedoras y crear nuevas alianzas que preservaron básicamente las fronteras territoriales de Francia.
Volviendo al ajedrez, indica el Aguila de Bakú que "también " puede darse la trayectoria opuesta. Hay pocas cosas más amargas que jugar una apertura potente, una fase intermedia brillante, y luego ver evaporarse la victoria por un movimiento equivocado en la fase final". ¿A quién no nos sucedió algo parecido alguna vez?
Kasparov es el ogro de baku....no el aguila de baku.
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