miércoles, 28 de marzo de 2012

Nuevo podio de Belgrano en torneo nacional de ajedrez



Lanzamiento de la 7ma temporada de la Liga Nacional de Ajedrez


Como ya nos tiene acostumbrado, el Club Atlético Belgrano dejó bien altos los pergaminos del ajedrez cordobés al finalizar en el tercer puesto en el torneo mixto (hombres y mujeres) en el lanzamiento de la 7ma temporada de la Liga Nacional de Ajedrez, que se disputó en las instalaciones del club Obras Sanitarias de la Capital Federal.
Estuvo en juego la Copa Día de la Memoria, y de esta manera el ajedrez argentino rindió tributo a la conmemoración del 35° aniversario del 24 de marzo de 1976.
El conjunto celeste (con 14,5 puntos) estuvo integrado por Guillermo Soppe, Matías Halac y Julieta Romano, y compartió el tercer lugar con el conjunto representativo del club organizador. La prueba fue ganada por el equipo de del Círculo Ajedrez de Moreno, integrado por los maestros Lucas Liascovich, Ernesto Real de Azua y Florencia Fernández que se adjudicó la competencia de manera invicta, a lo largo de las siete ruedas, totalizando 17 puntos sobre los 21 posibles que hubo en juego. Segundo finalizó República Martelli (con los maestros Andrés Rodríguez, Diego Valerga y Marisa Zuriel), con 15,5 puntos, entre 35 equipos participantes.
"Todos los lanzamientos de temporada tienen su particularidad, este año, el séptimo desde la fundación de la Liga Nacional de Ajedrez, me permite ratificar que este tipo de certámenes, por equipos y con el agregado mixto, integrando a hombres y mujeres, les gusta mucho a los jugadores. Reunir en una competencia por equipos a 35 planteles, y que más de un centenar de ajedrecistas se sumen a la conmemoración de un nuevo aniversario del último golpe militar para disputar la Copa Día de la Memoria, me deja muy contento", dijo el ingeniero Mario Petrucci, titular de la Liga Nacional de Ajedrez.
La competencia, que se extendió durante seis horas, se desarrolló por sistema suizo a 7 ruedas, con un ritmo de juego de 12 minutos más 3 segundos adicionales desde la 1a jugada.
Posiciones finales:
1°, Círculo de Ajedrez Moreno, 17 puntos
2°, República Martelli, 15,5
3os., Obras Aysa y Belgrano de Córdoba, 14,5
5os., Martelli Juvenil y Ushuaia Jaque Mate, 13,5...
-Pincipales posiciones sobre 35 equipos participanttes.

lunes, 26 de marzo de 2012

Enorme prestigio de los maestros de ajedrez árabes

Sabemos ya que el ajedrez surgió en el siglo sexto, en la India, conde recibió el nombre de “chaturanga”, que pronto fue llevado a la antigua Persia, siendo denominado allí “chatrang”; y que, cuando el islamismo inicia su conquista del mundo conocido entre los años 650 y 800, los árabes adoptan el juego, lo rebautizan “shatranj” y lo estudian sistematicamente, convirtiéndolo en juego-ciencia.
De ahí en más, y por espacio de siete siglos, el ajedrez, permanecerá estrechamente ligado a la historia de la nación árabe y al crecimiento y posterior decadencia del imperio musulmán. Todavía a fines del siglo XV y principios del XVI, cuando ya el poderío moro se desvanece tras la caída de Granada en manos de los Reyes Católicos, algunos maestros árabes gozaban de enorme prestigio como eximios ajedrecistas. Mencionaremos sólo a dos.
Uno de ellos fue el célebre Aladino, a quien sus contemporáneos llamaron “Ali Shatranyi”, es decir, Alí el ajedrecista. Miembro de la corte del emperador mongol Timur, se sabe que jugaba varias partidas simultáneas a ciegas, con asombrosa habilidad, y ha dejado un bello manuscrito que contiene numerosos problemas de su invención. En el prólogo a esta obra, Aladino, expresa con encantadora modestia: “He puesto mi vida, desde que tenía quince años, entre los grandes maestros del ajedrez de mi tiempo, y desde esa época hasta ahora, en que he llegado a la madurez, he recorrido el mundo enterio y me he encontrado allí con muchos maestros de este arte, y he jugado con todos ellos, y gracias al favor del Altísimo, he salido siempre victoriosos”.-
El último de los grandes ajedrecista teóricos árabes fue Muhámad Sukáikar. También jugaba a ciegas y se cuenta que, en cierta ocasión, lo hizo contra el sultán Suláiman, en Estambul. Durante la partida, cambiando de lugar una pieza cuando le tocaba jugar a su rival. Al advertirlo, Sukáibar dijo “Bien. Ya que es el sultán quien me ha hecho esto, no tengo más remedio que aceptar la situación y seguir jugando lo mejor posible; pero, si mi adversario hubiera sido cualquier otro, yo habría acudido al sultán en demanda de justicia”.
Pero nos hemos adelantado mucho. Estamos en el siglo ocho, cuando los árabes invaden a Europa y llevan consigo el Shatranj, un juego todavía jóven y en el plena etapa de formación.
Como hemos vistos en notas anteriores, el Chaturanga indio, penetró a Rusia casi simultáneamente que a Persia. Pero esta limitada expansión posiblemente hubiera acabado con el juego, de no mediar la feliz circunstancia de su difusión en Europa Occidental, donde el ajedrez encontró mentes capaces de perfeccionar las reglas y hacer progresar al juego, dotándolo de la agilidad y el inagotable interés que adquiriría con el correr de los siglos.
Los árabes eran un pueblo guerrero y su religión les mandaba conquistar a los infieles y llevarles la palabra santa del Corán. Ya en siglo ocho, los califas están instalados en Granada, Córdoba y Sevilla, donde gobiernan sabiamente, realizan obras arquitectónicas que todavía hoy podemos admirar, como la Alhambra, y  convierten a España en el gran centro cultural de su tiempo. Un gran escritor ibérico, Vicente Blasco Ibáñez, ha dicho en su memorable novela “La Catedral”: “Era una expedición civilizadora más bien que una conquista (...) aquella cultura jóven y vigorosa, de rápido y asombroso crecimiento, que vencía apenas acababa de nacer; una civilización creada por el entusiasmo religioso del Profeta, que se había asimilado lo mejor del judaísmo y la cultura bizantina, llevando además consigo la gran tradición india, los restos de Persia y mucho de la misteriosa China. Era el Oriente que encontraba en Europa.-”
El Oriente, agregamos nosotros, traía la numeración decimal, el álgebra, la filosofía griega, la medicina, la química, la cosmología, la poesía rimada. Y traía también, el juego del ajedrez.
 

viernes, 23 de marzo de 2012

Finales y aperturas con extraordinaria perspicacia e imaginación.

Continuaremos evocando a los más importantes maestros árabes, que hace mil año fundaron la teoría del ajedrez y lo convirtieron en juego-ciencia, analizando finales y aperturas con extraordinaria perspicacia e imaginación.
Dijimos que el teórico al-Lajlaj, discípulo de as-Suli, había escrito un tratado completo sobre los planteos que podían presentarse en el shatranj, agrupándolos según las características de la posición resultante y bautizándolos con expresivos nombres.
La apertura denominada “Muhánnah”, que significa “ataque del flanco”, se producía luego de doce jugadas, en las que se avanzaban todos los peones (salvo los de torre), se desarrollaban ambos caballos y se llevaba cada torre a la respectiva columna de caballo. Las negras imitaban las jugadas de las blancas, es decir, que la posición era absolutamente simétrica. El “Muhánnah” muestra un desconcertante parecido con el moderno sistema creado por el jugador belga Edgard Colle.
Otra apertura muy prestigiosa era la conocida como “Muhákrab”, o sea, “construcción fortificada, que consistía en adelantar primero los peones, desarrollar luego los alfiles por tres torre, y los caballos por dos rey y dos dama, y llevar finalmente el rey y la dama a la segunda y tercera línea, respectivamente, con lo que se despejaba la primera fila a fin de disponer de las mayores opciones para las torres.
El “Muránddad”, que puede traducirse como “de aquí para allá”, era una apertura que requería nada menos que diecinueve jugadas teóricas pra configurarse. Ofrece rasgos similares a la descripta anteriormente, pero con la diferencia de que una de las torres se reverva para ser ubicada, según las circunstancias, en cualquier columna del flanco dama, en tanto la otra se emplaza en uno caballo rey, a la manera clásica del shatranj.
Ni el chaturanga indio ni el chatrang persa habían alcanzado antes el grado de desarrollo teórico que logró el shatranj bajo la civilización musulmana. Su madurez lo hace enteramente comparable al ajedrez moderno, con las naturales diferencias  que emanan de las diversas reglas del juego, y esa importancia ha sido comprendida en época reciente, con la edición de libros que divulgan los milenarios principios del viejo juego oriental y reproducen partidas de los grandes maestros árabes. El descubrimiento se produjo en 1913, cuando no publica en Londres la monumental “Historia del ajedrez”, de Harold James Ruthven Murray; el interés por el juego fue tan notable en Inglaterra, luego de conocerse este libro, que el London Chess Club organizó en marzo de 1914 un match de Shatranj, jugado por dos notables ajedrecistas británicos: Herbert Jacobs y sir Georges Thomas. Las partidas fueron recogidas por el tradicional diario “the times” y por la no menos célebre “British Chess Magazine”.
A los árabes se debe, fundamentalmente, la introducción del ajedrez en Europa. En efecto: La invasión de España en el año 711, y la prolongada dominación musulmana que sobrevino, trajo a la Europa medieval una trascendental corriente de renovación cultural, en especial filosófica y matemática, e implicó también la difusión del juego-ciencia en los reinos que nacían como consecuencia de guerras dinásticas y religiosas, en medio de pestes y devastaciones, a pesar de la intolerencia y el fanatismo. España fué, bajo los árabes, un faro de ciencia y de intelectualidad en la convulsionada realidad del continente. No es de extrañar que el ajedrez, preferido desde siempre por los hombre cultos y refinados, tuviera en ese gran centro de estudios la plataforma que lo lanzaría a todo el mundo moderno y civilizado.
Continuaremos con este tema en la próxima entrada.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Kasparov y la intimidación en el ajedrez

"Siempre se ha dicho de mi, o he sido acusado, de ser muy intimidante en el tablero. A Bobby Fischer sus rivales le llamaban "Fischer Fear (Fischer el Terrible) por la misma razón, y en sus mejores épocas se decía que Mijail Tal hipnotizaba a los demás jugadores con una mirada magnética que a menudo apartaba del tablero y dirigía a los ojos de sus rivales. Uno de los adversarios deTal, el norteamericano de origen húngaro, Paul Benko, llegó a presentarse con gafas oscuras para protegerse de la mirada del letón. Tal, con su ingenio característico, tomó prestadas inmediatamente unas gafas de sol enormes de Tigran petroian y se las puso, causando la hilaridad de los demás jugadores y del público. Benko debió de reírse también un poco, al menos hasta que perdió la partida".
Esta anécdota narrada por Garry Kasparov en su libro "Cómo la vida imita al ajedrez" sirve para que el ex campeón para engordar su ego, ya que más adelante dice que "los jugadores que tenían menos éxitos nunca eran acusados", y por lo tanto "me lo tomé como un cumplido".
Agrega "El águila de Baku" que si tenía un comportamiento intimidante en el tablero era porque al ajedrez  se lo tomaba muy en serio  y que era responsable de mostrarle a su adversario que estaba haciendo todo todo lo que estaba en sus manos para vencer.
Abona este tema diciendo que "mantener una actitud adecuada, interior y exteriormente, es fundamental para conseguir el éxito" y: "Cómo nos vemos a nosotros mismos es también un factor fundamental de cómo nos ven los demás".

lunes, 19 de marzo de 2012

Actitudes reñidas con la ética en el ajedrez

El juego de ajedrez tiene una indudable jerarquía científica y también puede ser asimilado a un arte. Pero sigue siendo un juego y, en la práctica competitiva, existe una natural rivalidad entre ambas jugadores. Cada uno de ellos aspira a ganar la partida y esta ambición de triunfo da lugar, a veces, a actitudes reñidas con la ética.
Se trata de una debilidad humana, que no desmerece al ajedrez. Y, si tenemos sentido del humor, hasta puede resultarnos graciosa cierta picaresca, lo que no significa dejar de condenar las actitudes desleales.
Ya en el siglo XVI, por ejemplo, el español, Ruy López de Segura, virtual campeón del mundo, sugería algunas pequeñas trampas. Por ejemplo, hacer sentar al adversario de frente al sol, o alguna otra fuente de luz interna, cosa que resulta, como es obvio, muy molesta. Señalamos que Ruy López era sacerdote católico, pero en la época del Renacimiento.
Antes de inventarse los relojes de ajedrez, no había límite alguno para meditar cada jugada. Algunos maestros, cuando estaban en posición perdida, se quedaban entonces horas y horas frente al tablero, aparentando buscar el mejor movimiento. Y muchas veces, conseguían exasperar al rival e incluso, hacerlo abandonar una partida ganada. Este truco fue muy usado por maestros de primera línea, como el alemán Ludwing Paulsen.
Hay otras maniobras menos sutiles, a veces rayanas con la grosería. Una de las más comunes, es expirar el humo del cigarrillo sobre el tablero, sobre todo, cuando el adversario es alérgico al tabaco. Este recurso puede ser decisivo si, en vez de un cigarrillo, se fuma un maloliente cigarro de hoja. Para corregir esta falta de respeto, el reglamento castiga cualquier forma de molestia al rival, y el árbitro puede incluso quitarle el punto al infractor.
Como el jugador de ajedrez es, por regla general, una persona ingeniosa, ha concebido mil maneras de hacer trampas eludiendo el castigo reglamentario. Un gran maestro argentino, cuando estaba muy apremiado por el tiempo solía pedir un vaso de leche. Y, simulando un accidente, lo derramaba sobre el tablero, ocasionando un escándalo que obligaba a detener los relojes, reconstruir la posición, pasar en limpio las planillas, etc. Nuestro pícaro maestro aprovechaba todo este tiempo para analizar el juego; pero al advertir que estos accidentes se reiteraban, las autoridades de los torneos adoptaron los recaudos necesarios.
El desarrollo de la teoría ajedrecística, ha permitido la aparición de una forma exquisita de engaño, que escapa de toda penalidad reglamentaria. Consiste en publicar análisis de algunas líneas de juego, aconsejando determinados movimientos, pero conservando en secreto su refutación. Cuando un confiado maestro sigue las recomendaciones del autor del libro, jugando precisamente contra él, recibe una desagradable sorpresa. Un caso famoso es el de Victro Korchnoi, en una variante del gambito de rey: el yugoslavo Albin Planinc, en un torneo disputado en Moscú, jugó de acuerdo con los estudios del maestro soviético, y éste lo venció en apenas 20 movimientos.
Esta experiencia muestra que siempre es útil someter a la crítica propia, las opiniones ajenas. No solamente en ajedrez, sino también en todos los órdenes de la vida.
Planic -Korchnoi 
1. e4 e5 2. f4 exf4 3. Nf3 g5 4. h4 g4 5. Ne5 d6 6. Nxg4 Nf6 7. Nf2 Rg8 8. d4 Bh6 9. Nc3 Qe7 10. Nd3 Bg4 11. Be2 Bxe2 12. Qxe2 Nc6 13. Bxf4 Nxd4 14. Qf2 Nxe4 15. Nxe4 Qxe4+ 16. Kd1 -O-O 17. Bxh6 Rxg2 18. Qf1 Nxc2 19. Rc1 Qg4+ 0-1

miércoles, 14 de marzo de 2012

“Un espectáculo más hermoso que contemplar las flores del jardín”

Anteriormente dijimos que los árabes fueron los creadores de la teoría del ajedrez y que, con ellos, el juego adquiere su carácter de ciencia. 
El primer gran teórico del shatranj fue al – Adli ar Rum, que vivió en la segunda mitad del siglo nueve, durante el reinado del califa abásida Mutauákkil. Antes que él, se había destacado Rabrab Jatahi, gran maestro de la corte del monarca al –Mahmun, soberano que admiraba a los eximios shutanyistas y que una vez se lamentó de su propia incapacidad para el juego, pronunciando estas célebres palabras: “Qué extraño es que yo, que gobierno el mundo desde la India al Este hasta Andalucía al Oeste, no pueda conducir treinta y dos piezas en un tablero de medio metro de lado…”.
Posteriormente, otro gran jugador llamado as-Suliabu Bakr, que fue también distinguido historiador, perfeccionó los trabajos de sus predecesores, centrados principalmente en los finales de torre contra caballo. Sus análisis, aunque primitivos, muestran una certera intuición y un dominio del tablero que resulta ya admirable. Se cuenta que, viendo jugar a as – Suli, el califa Ar-radi dijo un día que el shatranj era un espectáculo más hermoso que contemplar las flores del jardín.
Naturalmente, cuando los teóricos y estudiosos árabes consideran las aperturas, aparece una enorme diferencia con relación al ajedrez actual, toda vez que el peón sólo avanzaba una casilla en la jugada inicial, y que la dama y los alfiles tenían un movimiento mucho más restringidos que hoy. Estas limitaciones obligaban a adelantar enseguida todos los peones, a fin de desarrollar por la segunda línea las torres, que eran las piezas más poderosas. Por esta causa, las aperturas se estudiaban en sus primeras doce a quince movimientos y, sólo a partir de la posición resultante, comenzaba realmente la elaboración de uno u otro plan. Los teóricos concibieron, así, posiciones típicas, llamadas “ta biya”, desde las cuales arrancaba la mayoría de las partidas.
Lógicos y matemáticos como eran, los árabes no agruparon sus aperturas por el mero orden de las movidas iniciales –como erróneamente se hace ene l ajedrez de hoy-, sino por el esquema a que conducían esta movidas. Los planes giraban, por lo general, en torneo a la posición de determinada columna, con el objeto de abrir líneas para la penetración de las torres.  El nombre de los planteos era metafórico, y a veces incluso poético, otro rasgo propio de la cultura árabe. 
El jugador Abu Sharara fue el propulsor de una apertura llamada “Sayyal”, palabra que significa “torrente”. Consistía en el avance del peón alfil rey, que irrumpía con fuerza precisamente torrencial en las últimas líneas enemigas, buscando el punto dos alfil rey que era, y sigue siendo, el más vulnerable del tablero. Recuérdese que en el shatranj no existía el enroque, movimiento que ahora permite poner al rey en seguridad, alejándolo del centro del tablero. 
El discípulo de as – Suli fue un jugador apodado “al-lajlaj”, o sea “el tartamudo”, cuyo verdadero nombre era Abu L-Farag. Dos libros se conocen de este autor: Una colección de problemas y un tratado general de aperturas. Su principal virtud fue la de explicar la idea estratégica de cada planteo, algo que suelen omitir los teóricos modernos. En este sentido, cabe decir que al Lajlaj se adelantó a su época, y hay que pensar en Filidor –casi mil años más tarde- para encontrar un estudioso que exponga los principios del juego con tanta claridad, rigor e incluso amenidad.

lunes, 12 de marzo de 2012

Su bella esposa le indicó la clave del problema de ajedrez que lo salvó

A esta altura ya sabemos que los árabes fueron los primeros en introducir algunos principios científicos en la práctica del ajedrez. 
Los más antiguos rudimentos de una teoría del “shatanj” –como se llamaba al juego en tiempos del califato de Bagdad-, son los problemas creados por autores en su mayoría anónimos, que se difundieron con el correr de los años, llevados de pueblo en pueblo por los comerciantes y los guerreros. 
Lo que hoy llamamos “problemas” eran denominados entonces “mansubat”,  palabra que significa posición compuesta y es mucho más precisa que la usada en la actualidad. Solían transmitirse por tradición oral, pero muchas veces se los escribía en sistema algebraico, método de anotación inventado por los árabes. En cualquier caso, los “mansúbat” iban siempre acompañados de una breve narración, un cuento que aludía a las circunstancias en que, supuestamente, se había producido la posición mostrada ene l tablero. 
La más famosa de estas composiciones es un problema de mate en seis jugadas, conocido como “problema de Dilaram”. La historia que lo precede y da la clave, dice que había una vez un ajedrecista que se jactaba de ser imbatible, hasta que cierto día un extranjero lo desafió y lo venció fácilmente. Humillado, el perdedor exigió que le diera la revancha, a lo que el extranjero se negó. Para convencerlo, el soberbio ajedrecista le propuso entonces que jugaran por su esposa favorita, una hermosa joven llamada Dilaram, que sería suya si le ganaba nuevamente. El extranjero no pudo renunciar y empezó la partida, que se prolongó durante varias horas. Entonces, se llegó a una posición en que el extranjero amenazaba mate en la jugada siguiente,  y el angustiado ajedrecista no hallaba forma de evitarlo. Estaba ya a punto de abandonar, resignado a perder la esposa que imprudentemente había apostado, cuando la bella Dilaram, tras observar la posición le dijo enigmáticamente: Esposo mío, ¿no crees que yo valgo mucho más que tus dos torres? El ajedrecista miró el tablero y, súbitamente, descubrió que si sacrificaba ambas torres, ganaba el tiempo necesario para dar mate antes que su adversario. El sacrificio era la clave del problema y Dilaram la había encontrado. 
La encantadora fábula pone de relieve que las mujeres jugaban al shatranj mejor que los varones. Sin embargo, se sospecha que, en algunos casos, la superioridad femenina era más bien producto de la galantería árabe. Así parece indicarlo un cuento de la colección titulada “Las noches de Arabia”, donde una bella dama recibe la visita del príncipe Shárkun y lo invita a jugar al ajedrez. El joven muestra su torpeza desde el primer momento ya que confunde la casilla del alfil con la del caballo, provocando la risa de su anfitriona. Shárkun le pide que no lo juzgue apresuradamente, pero cuando juegan pierde una, dos, tres partidas, hasta que ella, sorprendida, exclama: Alteza, ¡cómo es posible que os derrote siempre? Y el príncipe le responde: Señora, ¿quién puede permanecer junto a cos sin desear ser derrotado?-
Los árabes concibieron también ingeniosos estudios sobre los finales de partida, que conservan su vigencia cuando se trata de finales de torres y peones, o de caballo y torres, por ejemplo, ya que se jugaban de la misma manera que en la actualidad. No ocurre lo mismo cuando existen alfiles, pues en el shatranj esta pieza se movía solamente dos casillas por vez. 
Los califas acogieron en sus cortes a los mejores maestros de la época, quienes disfrutaron de los medios necesarios para dedicarse exclusivamente a investigar y practicar el juego. Esta feliz circunstancia hizo posible la aparcición de trabajos que poco a poco fueron creando y enriqueciendo una teoría del ajedrez. Así fue cómo el pasatiempo de los reyes de Persia y de la India se transformó, gracias al genio de los árabes, en el  juego ciencia.

viernes, 9 de marzo de 2012

“El ajedrez es implacable: hay que estar dispuesto a matar”

El capítulo 15 de “Cómo la vida imita al ajedrez” comienza con una cita de Simón Bolivar, el libertador sudamericano que dijo: “Sólo un soldado novato cree que todo está perdido tras ser derrotado por primera vez”. De esto se agarra Kasparov para explicar los meses posteriores a la pérdida de su reinado en manos de Kramnik y de cómo trabajó para cubrir los puntos débiles y para modificar los errores que había cometido. Habían jugado una docena de partidas y todas terminaron en tablas hasta que en un supertorneo Kasparov logró vencerlo en la última ronda, precisamente con una defensa Berlín “que tanta frustración me había acarreado en mi enfrentamiento londinense”, dice. 
Luego apunta que “hay pocos terrenos donde la psicología tenga un papel tan devastador como el ajedrez” y añade: “El ajedrez es un juego de información al cien por cien: ambos jugadores lo saben todo durante todo el tiempo. Si pierden, es porque el otro jugador te ha vencido pura y simplemente. En eso, el ajedrez se parece más al boxeo que a otro pasatiempo, e incluso puede costar más tiempo recuperarse de una derrota.  Como mi rival por el campeonato del mundo Nigel Short dijo una vez en una entrevista: “El ajedrez es implacable: hay que estar dispuesto a matar”.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Debemos detectar nuestras debilidades en ajedrez

Sigo leyendo y estudiando el libro “Cómo al vida imita al ajedrez” de Garry Kasparov. Y, como ya lo mencioné en otras entradas lo recomiendo para toda biblioteca, no sólo de los ajedrecistas sino del lector en general, ya que te trae enseñanzas de vida.
Dice el ex campeón del mundo de ajedrez: “Además de la motivación, es necesario detectar las debilidades en nuestro campo, analizar nuestra forma de trabajar, nuestra vida cotidiana. Si somos conscientes de lo negativo, de las peores posibilidades de las crisis potenciales, podremos trabajar para eliminar esos puntos débiles al momento, y, al hacerlo, mejorará globalmente la capacidad de nuestros actos. No podemos esperar que sobrevenga el desastre para introducir cambios. Nuestro lema ha de ser “detectarlo y solucionarlo”.
La aceptación de las críticas
Luego de insistir en el tema de la sobrevaloración de los triunfos en detrimento de las derrotas y de la necesidad de aceptar las críticas para poder reaccionar Kasparov dice que para cuestionar el éxito se requiere fortaleza interior. Como Churchill dijo: “El éxito no es definitivo, ni el error es fatal: lo que cuenta es el coraje para seguir adelante”. 
Ese coraje puede inspirarse en la competencia o en un gran número de factores externos, pero, en último término, debe emanar de nuestro interior. Para el ajedrez y para la vida. 

lunes, 5 de marzo de 2012

En ajedrez y en el vida “el éxito es el enemigo del éxito futuro”

“Sabemos que la complacencia es un enemigo peligroso”. Así comienza Garry Kasparov el capítulo 14 de su hermoso libro “Cómo la vida imita al ajedrez” y seguidamente cuenta una anécdota que sirve para ilustrar este tema de manera contundente. 
Dice “El águila de Bakú”: “El 9 de noviembre de 1985 conseguí el objetivo que había perseguido durante toda mi vida, al convertirme en el campeón del mundo de ajedrez (si tiene sentido hablar de objetivos de toda una vida a los veintidós años). Las palabras que Rona Petrosian, esposa del anterior campeón mundial, pronunció durante la celebración me dejaron perplejo. ´Lo siento por ti –dijo-. El día más importante de tu vida ha acabado´. ¡Menudo comentario para una fiesta de celebración! Pero recordé aquellas palabras con frecuencia los años siguientes”. 
Cuenta después la batalla constante durante los siguientes 15 años por mantenerse en la cima, y reconoce que siempre supo de la importancia de la psicología en ajedrez, “pero me costo la pérdida del título comprender hasta que punto” afirma al repasar su match con Vladimir Kramnik.
Al saberse tan superior a sus rivales durante esos años, Kasparov reconoce que ese fue “un peso”. “Vencer crea la ilusión de que todo es perfecto. Es muy fuerte la tentación de pensar solo en el resultado positivo, sin considerar el resto de las cosas que no funcionan, o que podían no haber funcionado, durante el proceso”, reflexiona el ex cmapeón dle mundo de ajedrez. 
Indica que tenemos que cuestionar el “status quo” siempre, “especialmente cuando las cosas van bien. Cuando algo va mal, obviamente deseamos hacerlo mejor la próxima vez, pero debemos prepararnos para desear mejorar aunque las cosas nos vayan bien. En caso contrario, nos estancaremos y a la larga seremos derrotados”. Sabias palabras para no dejarlas pasar por alto. 

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