jueves, 30 de junio de 2011

"Lo invito a no meterse donde no le llaman"


Frases célebres
"La amenaza es más fuerte que su ejecución".
"Una posición aplastante en el centro da derecho a atacar en un ala".
"El peón es el contrapeso táctico de toda la partida".
"El peón pasado tiene alma, como el hombre, deseos que yacen en él inexpresados y temores cuya existencia apenas él mismo barrunta".
"Lo invito a no meterse donde no le llaman", (Se refería a Capablanca cuando intervino en los análisis en una partida de Nimzowitsch en el Torneo de San Sebastián en 1911). 
.Aún el Rey más flojo huye despavorido ante la
amenaza de un Jaque doble

Aaron Ninzowitch.s".

miércoles, 29 de junio de 2011

Mis maestros

Por Juan Antonio Castro Torres (*)


María Pía tiene ocho años. Es mi nieta y, a su propio pedido, le enseño desde hace unos meses a jugar al ajedrez.  Mientras aprende el movimiento de las distintas piezas, sin que nadie lo sepa, ni ella misma, sigo aprendiendo el complejo oficio de abuelo. Ella está en tercer grado y yo, bochado en mi paupérrimo aprendizaje, en la salita inicial del Jardín de Infantes, donde no existe diablura que no haya ensayado.
Mientras tanto, cuatro días a la semana, afeitado y compuesto, de saco y corbata, me las creo. Especialmente cuando estoy impartiendo clases de ajedrez en el Centro de Jubilados de Barrio Parque Capital o de Barrio Los Granados donde, también, sin que nadie lo sepa, estoy aprendiendo. Por cierto, uno supone que, debido a la edad, no resulta para nada fácil. Aprender, digo. Por ejemplo, comienzo a comprender de qué se trata en realidad aquella vieja cuestión de la que hablaba un inolvidable gran maestro del ajedrez y de la vida: “cuenta más la predisposición que la posición”. 
De Capablanca, Alekhine o Bobby Fischer y muchos otros grandes que hicieron la historia del ajedrez les hablo a mis alumnos que invariablemente me devuelven con creces lo poco que de mi reciben. Es que ellos muestran en sus historias personales la calidad de maestros. Puedo afirmar sin temor al equívoco que son grandes maestros que muchos deberían escuchar y actuar en consecuencia. Algunos, con un sol propio, irradian humildad y sabiduría. Otros, por sus preguntas, me hablan del valor de la esperanza y la dignidad del trabajo. De la amistad me hablan. Con ellos aprendo de la libertad y de la independencia, del valor de algunas cosas que se fueron cayendo del tren de nuestra historia y que uno suponía perdidas para siempre, pero que no, allí están a disposición de los hijos y de los nietos, de los amigos de mis alumnos a poco que se lo propongan, como sociedad.
Cerrando el arco iris que se inició con los colores únicos de mi nieta María Pía está la maravillosa pregunta de Ana, mi flamante alumna de ajedrez que apenas si lleva cuatro clases elementales: “¿Profe, usted cree que con mi edad puedo aprender algo?” Mi respuesta fue la misma de siempre: “Delo por hecho, si yo aprendí a jugar al ajedrez usted tiene el doble de chances”. Confieso que para mi resulta todo un desafío porque los tiempos por venir inquietan a Ana, también aventajada alumna del taller de yoga, que alterna con el aprendizaje de pintura en tela con bastidor y las largas charlas colectivas de la nutricionista, amen de atender las cosas sustanciales de su familia. Tomándola de las dos manos con las mías, repregunté con la natural curiosidad del periodista: ¿Discúlpeme la indiscreción, pero me diría cuantos años tiene, Ana? Con una sonrisa que encendió sus pequeños ojos color esmeralda, en el acto me contestó: “Acabo de cumplir noventa y seis, mi querido amigo”. 
Allí me convencí, definitivamente. En efecto, estoy aprendiendo y esto me hace muy feliz, tanto que decidí compartirlo con todos mis amigos jubilados.  


(*) Periodista, escritor y MI (ICCF)

lunes, 27 de junio de 2011

Fortunas al servicio del juego ciencia


En el siglo I antes de Cristo, vivió en Roma un caballero llamado Cayo Cilnio Mecenas. Según las crónicas de la época, Mecenas era un entusiasta aficionado a todas las artes, y utilizó su propia fortuna, así como también la influencia que ejercía sobre el emperador Augusto, para favorecer a grandes poetas como Horacio y Vigilio. El nombre de Mecenas se ha convertido en sustantivo común y sirve para designar a aquellas personas, generalmente adineradas, que brindan apoyo económico a la actividad creadora. Y como el ajedrez también es un arte, ha tenido y tiene sus propios mecenas.
Ya en la segunda mitad del siglo IX, por ejemplo, el califa Mutawakil, de Bagdad, se convirtió en el protector de uno de los más grandes maestros que tuvo el ajedrez, en su versión árabe. Nos referimos a Al - Adli, que gracias a dicho monarca pudo escribir los tratados de ajedrez más antiguos que se conocen. Se supone que también Harun -el-Rachid, el califa que aparece en los famosos cuentos de "Las mil y una noches", fue mecenas de otros ajedrecistas.
Durante el Renacimiento, los reyes y los cardenales actuaron como mecenas de todos los grandes artistas. Tampoco los maestros de ajedrez estuvieron excluidos, pudiendo recordarse que el sacerdote español  Ruy López de Segura contó con el patrocinio de Felipe II, quien aportó incluso los premios para el primer torneo internacional de la historia del juego, cumplido  en Madrid, en 1575. Uno de los participantes de este certamen, el italiano Leonardo de Cutro, era además el protegido del príncipe de Bisignano, en cuya corte el maestro murió asesinado, precisamente por envidia.
Varios de los encuentros por el campeonato mundial fueron posibles por la intervención de algún mecenas. Cuando la disputa del título no estaba todavía reglamentada por un organismo oficial, el campeón exigía importantes sumas de dinero para exponer su corona, y muchos grandes maestros no pudieron reunirlas, a pesar de que ajedrecísticamente eran aspirantes serios. En cambio, un jugador de segunda línea, como fue el polaco David Janowski, logró medirse con Lasker en 1909, porque su mecenas, un señor Nardus, efectuó la contribución financiera indispensable.
Incluso el denominado "match del siglo", es decir el que jugaron Robert Fischer y Boris Spasski en Reykjavik, en 1972, no se habría llevado a cabo de no mediar un mecenas. Fischer notificó que no se presentaría, por considerar insuficientes los premios establecidos; entonces, el magnate británico, Jim Slater donó 50.000 libras esterlinas adicionales, y finalmente Bobby aceptó jugar.
Uno de los mecenas más extraordinario que ha tenido el ajedrez mundial, fue Frederick Hamilton-Russel. Financió de su bolsillo los juego olímpicos de Londres y de Folkestone, e instituyó la copa de oro que se entrega al país vencedor del campeonato mundial por equipos. otro nombres destacable es el del norteamericano Louis Stathan, fallecido en febrero de 1983, quien fue el patrocinante del torneo abierto de Lone Pine durante más de una década.

sábado, 25 de junio de 2011

El esfuerzo nos compenzará

En el capítulo 7 Garry Kasparov habla de "Preparación". y es realmente imperdible. Una garantía de buena lectura. Hay testimonios nuevos y sencillos para vos.
Ahora sólo te brindaré unos cuantos "tips" que el menciona y algunas reflexiones sobre su experiencia.


Es importante observar, como ya lo dije otras veces, que este libro es más uno de auto ayuda para el ajedrez y para la vida en general, que un típico tratado donde aprenderemos a jugar o a encontrar variantes de aperturas, medio juego o finales. 
Mira, lee, reflexiona sobre lo siguiente:: 
* Como  el árbol del proverbio que cae en el bosque sin que nadie lo oiga, el talento que no sale a la luz es como si no existiera. 
* El resultado es lo que importa.
* La oportunidad y la preparación me convirtieron en líder de la siguiente oleada de cambios en la década de 1980. Mi ética de trabajo era producto del ambiente de disciplina que crearon mi madre y Botvinnik, mi maestro. 
* Todo el mundo, a cualquier edad, posee talentos que no se han desarrollados completamente. No se libran siquiera quienes llegan a la cumbre de su profesión.
* La preparación compensa de muchas formas.
* La clave está en el auto conocimiento y la coherencia. El esfuerzo nos compensará aunque no siempre de forma inmediata o tangible. 
*Yo creo mucho en la suerte, y pienso que cuanto más trabajo más suerte tengo. (Thomas Jeffersson).
* Botvinnik inventó el régimen ideal para los torneos, estableció un estricto horario de comidas, descanso y caminatas rápidas, un sistema que yo adopté durante toda mi carrera. 
* Hoy las distracciones potenciales son prácticamente infinitas y el mundo de la informática proporciona entretenimiento instantáneo a todo el mundo. 
* Los teléfonos móviles, los video juegos y artilugios de toda clase nos permiten desperdiciar el tiempo de infinitas maneras que no conducen a nada en absoluto; desde luego, a nada importante ni estratégico para nuestro desarrollo. 
* Convertir nuestra eficacia en un objetivo.
* Un Capablanca puede ser muy creativo durante una hora, pero quemarse al cabo de dos. Un Alekhine puede necesitar cuatro horas para conseguir los mismos resultados, pero ser capaz de trabajar ocho horas sin reducir la productividad. 
* Tener una buena ética de trabajo no significa ser un fanático, significa ser consciente y luego pasar a la acción. 

viernes, 24 de junio de 2011

Poema con el ajedrez como protagonista

La vida es como un juego de ajedrez (Poema)


La vida es como un juego de ajedrez
la vida es el tablero.
En ella moveremos todas las piezas
que por nuestra decisión
seleccionamos.
Nuestra situación emocional
dependerá de cada movimiento
que realicemos.
Cada paso debe ser inteligentemente
pensado, tanto el tuyo, como el
movimiento de la otra persona.                 
Analizar el sitio en donde vas a dejar tu pieza,
mover con agilidad y seguridad.
En este juego se puede perder o ganar
si pierdes sacarás una pieza de tu vida
que te ayudará avanzar, si ganas sigue jugando
con la misma integridad.
Recuerda que de tu movimiento
depende perder o ganar.
Sacado del blog http://wady.lacoctelera.net/

jueves, 23 de junio de 2011

A nadie le interesan tus excusas cuando pierdes

Todo personaje famoso suelta alguna vez en su vida -para bien o para mal- una frase que pasara a la posteridad. Y los ajedrecistas no son ajenos a esto. Muchas veces, son sentencias que te enseñan de manera rápida y sencilla recetas sobre como comportarte. 
Hoy te presento algunas del genial Robert "Bobby" Fischer. (para mí, el más grande!) 

Van: 

"El ajedrez es la vida".
"En el ajedrez hay dos tipos de jugadores: los buenos y los duros. Yo soy de los duros".
"Soy un individuo detestable. Mis ideales son el ajedrez y el dinero. Quiero ser riquísimo. Todos quieren serlo, pero ninguno lo dice. ¿Es pecado?"
"Sólo un distracción te puede costar una partida. El ajedrez requiere una total concentración. Muchos jugadores solo usan una fracción de su energía. Coloca tu mente completamente en el juego. Juega a ganar. A nadie le interesan tus excusas cuando pierdes".
"Petrosian sabía detectar y alejar el peligro veinte jugadas antes de que este surgiera". 
 "No me hable a mí de perder. ¡No resisto pensarlo! "
"Yo no creo en la Psicología. Yo creo en las buenas jugadas."

Robert "Bobby" Fischer.

martes, 21 de junio de 2011

Sabina también se mete con el ajedrez

"Qué disparate de
partida de ajedrez
con un partenaire
adicta al jaque mate"




Yo no tenía ganas de reir,
tú reías para no llorar;
yo le guiñaba un ojo a mi nariz,
tú consolabas a tu soledad.

Yo sin ninguna escoba que vender,
tú con mil y una noches que olvidar;
a mí no me quería una mujer,
a ti se te moría una ciudad.

Tú habías perdido el último autobús,
a mí me habían echado de otro bar;
los mismos alfileres de vudú,
el mismo cuento que termina mal.

Pero quiso el cielo
bautizar el suelo
con su gota a gota
y con champú de arena
para tu melena
de muñeca rota
y tu mirada azul
me dijo a cara o cruz
y mi alma de tahur
lo puso a doble o nada.

Y los peces de colores de mis botas
y tus marchitos zapatitos de tacón
locos por naufragar
salieron a bailar
al ritmo de la lluvia sobre las capotas
el rocanrol de los idiotas.

Yo no venía de ningún país,
tú ibas camino de cualquier lugar;
conmigo no contaba el porvenir,
de ti no se acordaba el verbo “amar”.
Yo no jugaba para no perder,
tú hacias trampas para no ganar;
yo no rezaba para no creer,
tú no besabas para no soñar.

Y sin equívocos de vodevil
ni alertas rojas en el corazón
el dios de la tormenta quiso abrir
la caja de los truenos y tronó,
porque quiso el cielo
acariciar el suelo
con su gota a gota
y con champú de arena
para tu melena
de muñeca rota.

Qué disparate de
partida de ajedrez
con un partenaire
adicta al jaque mate.

Y tu bolso como un nido de gaviotas
y mi futuro con pan duro en el cajón
locos por naufragar
salieron a bailar
al ritmo de la lluvia sobre las capotas
el rocanrol de los idiotas.

Capeando el temporal
salieron a bailar
como dos locos bajo el chaparrón de notas
del rocanrol de los idiotas.

El rocanrol,
el rocanrol de los idiotas.
Como tu y como yo.
El rocanrol de los idiotas.

Se marcó la calle
con aquel detalle
de dejarnos solos.
El rocanrol de los idiotas.

Y por casualidad
comenzó a tocar
la flauta de Bartolo.
El rocanrol de los idiotas.

Go Johnny go, go, go.
El rocanrol de los idiotas.
All you need is love.
Y bailar
El rocanrol de los idiotas.

A vam ba baluba balam bam bu.
Tutti frutti.
El rocanrol de los idiotas.
Don’t worry.
El rocanrol de los idiotas..

lunes, 20 de junio de 2011

Confiar en nuestras habilidades nos recompensará

Después de escribir del "rechazo a pensar con creatividad", Garry Kasparov se mete de lleno sobre la enorme cantidad de formas de estimular nuestra fantasía. Lógico que sigo leyendo y volcando aquí lo que considero especial del libro "Cómo la vida imita al ajedrez", del XIII campeón mundial de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE).
Tomar conciencia de nuestros hábitos y luego romperlos es uno de los sub título interesante de este libro. Es importante cuando afirma que no conseguiremos nuevas formas de solucionar nuestros problemas, "a menos que busquemos nuevos caminos y, una vez que lo hayamos encontrados, necesitamos sangre fría para ponerlos en práctica".
"Debemos romper nuestras costumbres -agrega-, incluso hasta el punto de prescindir de las que nos hacen más felices, para comprobar si podemos encontrar métodos nuevos y mejores".
"Es importante no hacer caso de los estereotipos que tenemos sobre nosotros mismos cuando nos embarquemos en dicho proyecto. Nuestra propia opinión sobre nuestras habilidades, a menudo muy inexacta,   es producto de un par de incidentes o comparaciones. Las personas que les dicen constantemente a los demás, y a sí mismos, que son olvidadizos o indecisos, se meten en un círculo de re afirmación negativa muy difícil de romper. ¿Cómo sabe alguien que su memoria es peor que la de su esposa, o que la mía? Es mucho mejor tener exceso de confianza en u no mismo que lo contrario", remarca Kasparov. 
Y termina este  capítulo con una frase escrita por Churchill: "La actitud es una insignificancia que marca la diferencia". 

domingo, 19 de junio de 2011

Jaque a la delincuencia en Colombia

Ajedrez por la Paz
El tema de la delincuencia se escucha a diario en diferentes ámbitos, ya sean familiares, empresariales o gubernamentales. Es algo vigente en los medios de comunicación y a diario se prometen campañas para  extirpar este flagelo. Es más, muchos seres humanos están cansado de promesas. Pero en algunos países, como Colombia, siembran un granito de arena en este sentido utilizando a nuestro querido juego como herramienta. Veamos que están haciendo…..

sábado, 18 de junio de 2011

El autómata ajedrecista

El Turco fue una famosa farsa que simulaba ser un autómata que jugaba al ajedrez. El Turco fue construido y revelado por Wolfgang von Kempelen en 1769. Tenía la forma de una cabina de madera de un metro veinte de largo por 60 cm de profundidad y 90 de alto, con un maniquí vestido con túnica y turbante sentado sobre él. La cabina tenía puertas que una vez abierta mostraban mecanismo de relojería y cuando se hallaban activados era capaz de jugar una partida de ajedrez contra un jugador humano a un alto nivel. También podía realizar el Problema del caballo con facilidad. Sin embargo, la cabina era una ilusión óptica bien planteada que permitía a un maestro del ajedrez esconderse en su interior y operar el maniquí. Consecuentemente, el Turco ganaba la mayoría de las partidas.
Mientras que el Turco era una estafa y no un auténtico autómata, posteriormente si hubo intentos reales de ajedrez mediante autómatas, como El Ajedrecista.
Acaäles dejo una charla del programa del negro Dolina donde habló sobre este particular invento:


El Turco - Por Dolina 
charla del programa La venganza sera terrible


En el palacio de Helbrun, en Viena (o Salzburgo), había en una sala una aldea en miniatura, ... con todos sus personajes típicos: el molinero, el lechero, pastores, torneros, niños, al mover una palanca toda la ciudad se pone en movimiento; cada uno de los personajes traza un recorrido y se van moviendo, incluso las campanas, los molinos, etc.
Esta aldea en miniatura fue construida por el barón Wilhelm von Kempelen, era consejero de la corte imperial en tiempos de María Teresa. Este hombre, Von Kempelen, había nacido en 1734, era ingeniero y también era escritor, inventor e historiador. Fue también un destacado dramaturgo, dos de sus obras, bueno, todas las obras fueron grandes éxitos, pero, en realidad, no se sabe muy bien, mejor dicho, se sabe muy bien, pero decir que una obra fue exitosa o que fue un gran éxito no siempre corresponde a la verdad, ya hablaremos algún día de esta cosa, no nos interesa igual como dramaturgo, nuestro Wilhelm von Kempelen.
Como ingeniero realizó obras enormes, por ejemplo, un puente sobre el Danubio, unos trabajos de ingeniería en el palacio de Helbrun [¿Schonbrunn?] e inventó también una imprenta para ciegos, una máquina parlante, pero de todas sus obras la más renombrada fue el jugador de ajedrez mecánico. Era un muñeco grande, un turco; ¿cómo un muñeco puede ser turco? bueno, creo que aquí hay que apelar a los lugares comunes que la gente tiene instalados en la mente conforme a los cuales un señor con un fez es un turco y un tipo con los ojos rasgados es un japonés, bueno, en ese sentido este muñeco era un turco. El Turco estaba colocado tras una caja de madera que mostraba tres puertas frontales y el Turco aparecía sentado detrás de la caja con un tablero de ajedrez enfrente. Tenía un turbante, ya que no un fez, lo mismo era un turco y un manto de piel y sostenía en la mano una larga boquilla; debajo del antebrazo izquierdo tenía un almohadón. Las puertas de la caja se abrían y dejaban ver al espectador curioso una serie de complicados engranajes. El que quería jugar con el Turco se sentaba delante del tablero y realizaba su jugada; de forma parsimoniosa el autómata estiraba su brazo izquierdo, tomaba una pieza y realizaba un movimiento sobre el tablero; incluso cuando amenazaba al rey contrario pronunciaba la palabra jaque y movía la cabeza para adelante como saludando; si el adversario realizaba alguna jugada antirreglamentaria, el Turco golpeaba su brazo izquierdo sobre la mesa en señal de protesta.
El Turco fue exhibido por primera vez en Viena en 1769 y causó sensación. Hasta la propia emperatriz se interesó por este aparato y logró que en 1770 el científico Von Kempelen realizara una exhibición en el palacio real.
Pero aquí hay que hacer una rápida confesión y revelar un detalle decisivo: había un tipo escondido adentro del Turco, había un tipo escondido. Por medio de un ingenioso procedimiento el tipo estaba escondido de un modo tal que cuando alguien abría la puerta, incluso el operador del autómata abría la puerta para mostrarle los engranajes al público, resulta que no abría las puertas todas al mismo tiempo, sino que abría una y entonces el tipo que había adentro se corría para el otro lado y así.
Pero la verdad es que el aparato de Von Kempelen era un fraude a medias, el autómata era de cualquier manera un milagro técnico, el tipo que se escondía en la caja disponía de los engranajes para que el brazo del Turco tomara la pieza correcta y la moviera a la perfección, eso ya implicaba un gran mérito, pero, ¡bueno!, no había una computadora que jugara al ajedrez, solamente la parte automática era un brazo que tomaba piezas y la depositaba en un lugar determinado, determinado por el tipo que estaba adentro.
En el año 1773 Von Kempelen desmanteló el aparato, desmanteló el Turco; estaba enojado porque, en realidad, tenía más fama por este artilugio que por el resto de sus obras de ingeniería, pero en 1776 recibió una invitación para hacer una gira por Europa y aceptó. Además de la máquina naturalmente llevaba al que se escondía adentro, parece que se trataba del ajedrecista francés Jacques Mouret. Primero fue a Rusia, allí tuvo un notable éxito; en 1783 llegó a París, allí fue recibido por las familias más selectas, jugó con personas importantes, con Benjamin Franklin, le ganó a Franklin, ¿no?, el compositor..., no compositor no, François Philidor no era compositor, era el jugador de ajedrez más importante de la época y pudo ganarle, además componía Philidor, pero contrariamente a lo que dice aquí no era un compositor importante, pero sí un gran jugador de ajedrez y le ganó al Turco. En 1785 hubo un viaje a Prusia; en Berlín hizo jugar al Turco contra el emperador Federico II, quien también le ganó al autómata.
Las giras continuaron durante casi veinte años. En 1804 Von Kempelen se enfermó y se murió. Uno de los hijos heredó el autómata y se lo vendió por unos pesos a un tipo llamado Leonard [Johann] Nepomuk Maelzel. Este Maelzel era músico, daba clases de violín en Viena, pero como este trabajo no alcanzaba a satisfacerlo enteramente, pasaba sus horas libres construyendo unos estrafalarios aparatos musicales. El más elaborado de estos aparatos era el panarmónico, un conjunto de instrumentos de viento interconectados, que se hacían sonar con un fuelle, las notas se controlaban por medio de un cilindro giratorio y podían formarse acordes, sonaba como la armonización de una gran banda de vientos, pero peor.
Varios años después, el inventor, Maelzel, me refiero a Maelzel, conoció a Beethoven y le habló de escribir una composición musical especial para aquella especie de orquesta mecánica. También le propuso que recorrieran juntos el continente, poniendo a prueba la máquina en las salas más importantes de Europa. A Beethoven le gustó la idea y así compuso "la Victoria de Wellington" o "la Batalla Sinfónica" que era una obra destinada a ser interpretada por esa máquina. Después de unas pocas presentaciones el compositor acusó a Maelzel de tramposo y retiró la obra de circulación porque, en realidad, cuando Beethoven escuchó la máquina le pareció verdaderamente una porquería, lo cual no me extraña.
Un detalle, antes de esta pelea con Beethoven, Maelzel había agregado una cajita de música al Turco, que estaba en su poder y esta cajita interpretaba unas pequeñas piezas que Beethoven le había compuesto especialmente para que sonara durante las partidas de ajedrez, así que mientras el Turco jugaba al ajedrez sonaban unas piecitas que había compuesto nuestro amigo Ludwig van Beethoven.
En 1805 Maelzel salió de gira con el Turco. En ese entonces otro francés [austríaco] Jean [Johann] Allgaier, era el ajedrecista escondido. El primer contrincante del aparato fue nada menos que Napoleón Bonaparte, que perdió en 24 movimientos y parece que incluso quiso hacer trampa, pero la máquina protestó, como saben ustedes, golpeando el brazo izquierdo contra la mesa. El hijastro de Napoleón, o sea el hijo de Josefina, Eugenio de Beauharnais, estaba muy intrigado con el aparato, con el Turco, y le ofreció a Maelzel 30.000 francos para comprárselo y Maelzel aceptó la oferta, pero con la idea de volverlo a comprar después. Y así fue; se lo vendió, pero después juntó suficiente dinero como para rescatar el Turco; en realidad, lo que hizo fue prometerle a Eugenio de Beauharnais pagarle en varias cuotas, le pagó la primera cuota y se escapó a América, agarró el Turco y se fue a América. Y ahí empezó a organizar presentaciones en América. La primera de ellas fue en 1825, en el Hotel Nacional de Nueva York, comenzó haciendo dos apariciones diarias. Maelzel no tenía un peso; había contratado a una muchacha llamada Mary Hatchell, para que moviera las piezas desde abajo, pero Mary no tenía ni idea del ajedrez, tenía un juego muy elemental, había hecho un rápido curso con Maelzel acerca de la estrategia, en fin; en realidad, Maelzel esperaba ganar algún dinero para enviárselo a un tal Schlumberger, que era un gran jugador que había conocido en París y este ajedrecista iba a remplazar a Mary. Como el riesgo de perder era muy grande Maelzel anunció en Nueva York que el Turco no jugaría más partidos contra sus retadores y en cambio se prestaría para jugar a finales: le había enseñado un repertorio de finales a la pobre Mary.
Por fin llegó Schlumberger, pero había un problema: era una gran jugador, pero era gordo y un atardecer de 1827 de gira en Baltimore el Turco finalizó su exhibición y fue trasladado a un sitio discreto para que Schlumberger pudiera salir de la caja; el jugador quiso salir, pero con tanta mala suerte que se quedó atrapado adentro del Turco y empezó a gritar en demanda de auxilio y para colmo de males desde un árbol cercano dos niños que estaban subidos a una rama vieron todo por la ventana y fueron a pedir ayuda y cuando la ayuda llegó se descubrió el secreto del Turco. No sólo la gente dejó de asistir a las veladas de ajedrez mecánico sino que aparecieron gritos hostiles, la gente desengañada atacó a piedrazos a Maelzel e incluso al propio autómata, apareció en primera plana del Baltimore Gazette como un estafador y hasta el propio Edgar Allan Poe escribió un artículo llamado "El jugador de ajedrez de Maelzel" que terminó con toda la credibilidad que tenía el Turco. De todos modos, Poe decía que aquella máquina era una superchería, pero una superchería maravillosa. Desesperado, Maelzel marchó con su espectáculo a otra parte. Viajó a La Habana, allí tuvo algún éxito, pero no pudo seguir porque el pobre Schlumberger contrajo la fiebre amarilla y se murió. Muy deprimido y sin dinero Maelzel quiso viajar a Filadelfia, en julio de 1832; se embarcó en el Otis, allí bebía continuamente botellas de clarete barato encerrado en el camarote y un día lo encontraron muerto, lo encontraron muerto ahí encerrado tirado en la litera.
El Turco fue vendido por 400 dólares a un tal Winston Pil quien lo dejó en el Museo Chino de Filadelfia. En 1857 un incendio destruyó el museo y del Turco no quedó nada.
Esta es la curiosa historia del autómata ajedrecista, el Turco, y de sus sucesivos propietarios, y de los sucesivos jugadores que contribuyeron a esta especie de engaño.
A quien dedicar esto, bueno, a todos los propietarios, pero especialmente al constructor, a Von Kempelen; también a los ajedrecistas que penaron dentro de la máquina y a todos los que creyeron. Hay en toda aparente magia o en todo arte un componente de engaño, pero yo no lo llamaría engaño, después de todo la palabra arte está vinculada con artilugio, con artimaña; alguna vez hemos contado la historia de aquel mago que no había hecho ningún curso de magia, que no sabía trucos y que intentaba verdaderamente hacer aparecer una paloma desde el interior de su galera y lo intentaba infructuosamente porque no había tomado nunca cursos de magia y no sabía de dobles fondos ni de mangas con palomas preparadas ni ninguna de esas cosas, entonces intentaba que una paloma apareciera de la nada y no lo lograba, y un día en un festival misteriosamente, por verdadera magia, la paloma apareció y unos tibios aplausos saludaron aquel verdadero milagro porque la gente estaba mucho más impresionada por otros magos que sí tenían sus trucos. A veces el artista puro, el artista que no tiene demasiada artimaña es despreciado y el público prefiere a los artistas de grandes maquinarias. Pero yo creo que esta alegoría es peligrosa, es peligrosa de exportar, porque podríamos llegar a creer que el mejor artista es aquel que se nos presenta desnudo de rigores y en realidad no es así. Todo artista necesita munirse de unos trucos, pero no necesariamente esos trucos deben ser engañosos.
También dedicamos esto a todos los jugadores de ajedrez, que tienen una especie de obsesión que los hace parecerse a la divinidad, esa obsesión por las exactitudes, por lo que es de una manera y no puede ser de otra.
Hemos también pensado en los que gustan esconderse y manifestar sus habilidades sin ser vistos; eso también es una condición que tienen algunos seres humanos y algunos artistas también, que prefieren no mostrarse sino que prefieren desarrollar su actividad artística y ocultar su persona. Pero no es tan sencillo eso; cuando el artista es verdaderamente grande, por más que se esconda muy bien se va a manifestar de alguna manera y el Turco, tras el cual se escondía Ereván (?) va a empezar a parecerse al artista o al jugador que hay dentro.
- Como Cyrano dice usted, por ejemplo.
- Exactamente, claro, como Cyrano de Bergerac, que se escondía detrás de la apariencia más agraciada, pero menos talentosa que el amigo ofrecía. Pero al cabo ese amigo empezó a encarnar en el propio Cyrano y resultó ser más fuerte el hombre escondido en el interior del Turco que el Turco, por muy brillantes que fueran los colores con que se lo pintare.
No hay tangos dedicados a jugadores de ajedrez escondidos dentro de un autómata.
- No es un tema fácil para el tango.
- No es un tema muy fácil realmente. Pero sí hay tangos relacionados con muñecos, no hemos conseguido el precioso vals "Muñecos", pero una marioneta es si bien se mira un muñeco, entonces el tango "Marionetas" no estará mal para ilustrar esta historieta de un muñeco que jugaba al ajedrez. Lo va a cantar nuestro Ignacio Corsini, así que convidamos ya a don Ignacio a comenzar con el tango y a recordar nuestra dedicatoria a todos los personajes susomentados desde el ingeniero Von Kempelen hasta el último de los artistas melindrosos y terminando en Cyrano de Bergerac. ¡Adelante, don Ignacio!
Estupendo!!! una de las mejores charlas iniciales del negro!! ojala lo hayan disfrutado!!

Fuente:http://es.wikipedia.org/wiki/El_Turco 
Charla del programa de Alejando Dolina (recopilacion personal de Jloringa )

jueves, 16 de junio de 2011

El ajedrez, una manifestación de la cultura


Marx Chagall
La práctica competitiva del juego de ajedrez, puede conducir a un extremo indeseable: Cuando un jugador cree que el ajedrez es todo en la vida, y sólo busca conseguir victorias, desvirtúa en realidad la esencia misma del juego. Las grandes partidas de ajedrez son inmortales por su belleza y no porque las haya ganado tal o cual maestro.
En la historia de los grandes del tablero, incluidos por supuesto los campeones mundiales, hay solamente dos  ejemplos de pasión obsesiva por el ajedrez: Alejandro Alekhine y Robert Fischer.
Ninguno de los dos fue precisamente un hombre ejemplar. (Pero los amo a los dos).
El ajedrez es una manifestación de la cultura, pero no es toda la cultura. por eso, la gran mayoría de los ajedrecistas cultiva también otra disciplina del intelecto, y los mejores maestros son aficionados aun conocedores de las diversas artes.
En su hermosa autobiografía, Eduardo Lasker cuenta que conoció a Ossip Bernstein, un excelente ajedrecista ruso, cuando ambos estudiaban en Berlín. Y evoca las tardes en que asistían juntos a los conciertos de la Filarmónica, sentado en el piso de los pasillos, curioso privilegio de que gozaban los jóvenes universitarios.
Precisamente con relación a Bernstein, Lasker señala que el maestro ruso se había recibido de abogado y que había tenido la sensatez de alejarse por un tiempo de las competencias ajedrecísticas, para dedicarse a otros aspectos de la cultura. Y Lasker agrega, textualmente, esta aguda observación: "Por desgracia, muchos jugadores de torneo parecen no haberse dado cuenta de que el ajedrez no es lo único que distingue al hombre de los animales".
Bernstein, además de abogado, ajedrecista y melómano,  hablaba con fluidez varios idiomas y se casó con una historiadora del arte, circunstancia que lo acercó también a la pintura. El azar hizo que fuera protagonista de una conmovedora situación, que fue revelada por el maestro norteamericano Arnold Denker.
En París, donde residía al comenzar la segunda guerra mundial, Bernstein había conocido a su compatriota Marx Chagall, uno de los genios de la pintura contemporánea. En 1940, cuando los nazis ocuparon Francia, Chagall decidió esconderse, ya que era judio y su arte había sido declarado "decadente" por los criminales que gobernaban a Alemania. Chagall dejó al matrimonio Bernstein las llaves de su departamento, y el ajedrecista y su mujer, con grave riesgo para su propia vida, fueron sacando todos los cuadros del artista y los pusieron en lugar seguro.
Finalizada la guerra, Chagall regresó a París, creyendo que sus telas habrían sido quemadas por los nazis. Cuando supo lo que había hecho Berntein, su emoción lo desbordó. Y, en prueba de gratitud, pintó una hermosa escena pastoral, sobrevolada protectoramente por un ángel con el rostro de la señora Bernstein.
Haber salvado para la posterioridad las obras de otro gran artista, acaso sea la partida más brillante del maestro Bernstein.

martes, 14 de junio de 2011

Qué es el ajedrez (Frases célebres)

* Un mar, en donde un mosquito puede beber y un elefante se puede bañar 
(proverbio indio) 
* Tan misterioso como las mujeres (Purdy)
* Todo: arte, ciencia y deporte (Karpov) 
* 99% táctica (Teichmann) 
* 99% cálculo (Soltis) 
* Un cuento de hadas de 1001 equivocaciones (Savielly Tartakower) 
* Una señora hermosa (Larsen) 
* Vida (Bobby Fischer) 
* Como la vida (Boris Spassky) 
* Una tortura mental (Kasparov) 
* Inhumano: tienes que estar listo para asesinar personas (Nigel Short) 

lunes, 13 de junio de 2011

Chessboxing: Dureza e inteligencia

El 24 de junio 2011 habrá un enfrentamiento de los cerebros y los puños. En el almacén del Club de la cinta en Berlín, los dos más antiguos clubes chessboxing del mundo conbatirán cara a cara. 
Los mejores luchadores de cada club se verán las caras en tres partidos en el tablero de ajedrez y con guantes de boxeo. 
Lo mejor ciudad del mundo es la lucha contra la segunda ciudad más cool del mundo. Vamos a ver quién es más inteligente y más duro también.

 Fuente: WCBO. Leer más

viernes, 10 de junio de 2011

Apuestas famosas y trebejos

Buenos premios en el Torneo de Londres 1851 
Todavía en la actualidad hay gente que sostiene que el ajedrez debe ser "amateur", vale decir, que hay que jugarlo por el simple gusto de jugar. Si hay premios para los vencedores, en dinero o en objetos de valor, se habla de ajedrez profesional.
En mi opinión, se trata de un concepto equivocado. Como en otros deportes, hay ajedrecistas que se dedican exclusivamente al juego y lo hacen su medio de vida. Pero el solo hecho de que se establezca un premio o se formule una apuesta, no convierte al ajedrez en deporte profesional.
De hecho, en el ajedrez siempre se hicieron apuestas. Es algo propio de todo juego y contribuye a que el jugador se esmere por ganar, lo cual eleva el nivel técnico de la partida. Damos por supuesto, naturalmente, que ambos rivales se comporten como caballeros y no se hagan trampas.
Hay apuestas famosas en la historia del ajedrez. Los árabes contaban que un acaudalado príncipe se consideraba imbatible y se puso furioso cuando un embajador extranjero lo derrotó. Entonces lo desafió a jugar otra partida, acordándose que, si vencía al embajador, podía llevarse a la más hermosa de las mujeres del harén; pero si ganaba el príncipe, le declararía la guerra al país del embajador. El juego se desarrolló en completo silencio, delante de toda la corte, y se llegó a una posición en que el príncipe parecía perdido. Inesperadamente, la princesa le señaló un sacrificio que salvaba la partida y le permitía dar jaque mate al rival. Claro que, como el soberano había triunfado con ayuda, conservó a su mujer pero mantuvo la paz.
Se dice también que, hacia el año 1078, el rey Alfonso VI de España, que había puesto sitio a la ciudad de Sevilla, dominada por los moros, recibió a un grupo de parlamentarios enemigos, encabezados por el gran visir. De parte del califa de Sevilla, el alto dignatario obsequió al rey un lujoso juego de ajedrez y lo desafió a jugar allí mismo una partida. La respuesta fue que, si ganaba el rey, la ciudad se rendiría de inmediato, pero si perdía, debía levantar el sitio y firmar un tratado de amistad. Alfonso, que era un buen ajedrecista, aceptó, y fue batido en forma inapelable. Así se salvó Sevilla, conservada por los árabes durante cuatro siglos más.
La libertad personal fue apostada en muchas oportunidades, según las leyendas que circulan en diversos países. Un antiguo romance  francés, de la época de Carlomagno, asegura que el duque Ricardo de Normandía  cayó prisionero de Renaud de Montauben, uno de los capitanes del emperador, pero se ganó el perdón derrotándolo en una partida de ajedrez. También Leonardo Giovanni de Cutro, virtual campeón del mundo a fines del siglo XVI, contaba que había rescatado a su hermano, capturado por los piratas turcos, jugando su liberación al ajedrez, con el capitán del barco.
Los premios en efectivo siempre existieron en los torneos importantes. Ya en el año 1575, cuando se midieron los maestros españoles e italianos en la corte de Felipe II, el monarca donó una fuerte suma de dinero para los vencedores. En tiempos más modernos, el torneo de Londres de 1851, organizado por Howard Staunton, también estuvo dotado de muy buenos premios e inauguró una modalidad que subsiste hasta nuestros días y que resulta absurdo desconocer. Aunque en los juegos olímpicos, para mantener otra tradición, están en juego las clásicas medallas de oro, plata y bronce.

jueves, 9 de junio de 2011

Kasparov, Tal y la fantasia del juego de ajedrez

"Innovar constantemente nuestro proceso de toma de decisiones"


Aunque cada vez más lento gracias a este maravilloso mundo moderno que nos llena de responsabilidades (y de paso con pocas posibilidades de elegir), sigo con la lectura del único libro de ajedrez que tengo en la mesita de luz por estos días. Así, cuando habla de talento, Garry Kasparov menciona el poder de la fantasía táctica y dice que resulta irónico que los programas de  ajedrez por ordenador sean capaces de combatir con tanta eficacia a seres humanos. Afirma que de la noche a la mañana, el pensamiento lógico deductivo y convencional se convirtió prácticamente en un pecado: "Fue como si hubiéramos rechazado esas anteriores virtudes, y de pronto todo el mundo tuviera que estar en contra de la ortodoxia si no quería ser considerado un dinosaurio. La burbuja del puntocom se construyó sobre esa ilusión, con la creencia de que el pensamiento inductivo y la creatividad podían reemplazar, en lugar de complementar, los principios y la lógica".
Siempre en su libro "Cómo la vida imita al ajedrez", el Genio de Bakú se inspira en la figura de Miguel Tal, el octavo campeón del mundo. "El mago de Riga", como lo apodaban, se consagró gracias a que buscaba sistemáticamente formas originales para sorprender el juego de sus rivales. Su juego agresivo y volátil, lo llevaba a sacrificar peones y piezas de un modo que contradecía totalmente los principios de la era científica y moderna establecida por Botvinnik. Tal reinventó el método del ajedrez romántico, como se jugaba a mediados del siglo XIX, cuando defenderse se consideraba una cobardía. "¿Cómo lo hizo?", se pregunta Kasparov y agrega "¿Cómo es posible que los caballos de Tal parecieran más ágiles y sus alfiles más rápidos que los de otros grandes maestros?. Tenía una capacidad de cálculo enorme y esa era solo una pequeña faceta de su talento. Tenía la habilidad de saber cuándo el cálculo por sí sólo no bastaba para resolver el problema". 
Después de señalar que "la fantasía no es algo que se pueda poner en marcha con un interruptor" y apuntar que la clave para estimularla está en atenderla siempre que sea posible, y dejar que florezca nuestra faceta menos ortodoxa, Garry dice que debemos "innovar constantemente nuestro proceso de toma de decisiones", tanto en el ajedrez como en la vida. 
"Muy a menudo descartamos inmediatamente las ideas y las soluciones extravagantes, especialmente en áreas con patrones establecidos desde hace mucho tiempo. Nosotros mismos nos imponemos ese rechazo a pensar con creatividad, casi tanto como nos lo imponen los parámetros de nuestro trabajo y de nuestra vida. "¿Y si...?, a menudo lleva a "Por qué no?", y llegado a ese punto, debemos armarnos de coraje y averiguarlo, afirma Kasparov.
Dejé para el final lo más importante de mi vida: desearle un "Feliz cumpleaños a Facu, el rey de mi hogar!!" 

miércoles, 8 de junio de 2011

La Dama del ajedrez

Video canción






LA DAMA DEL AJEDREZPDFPrint
(Paseo)
Intérpretes: Beto Zabaleta y Pangue Maestre
Me alejo de ti
El silencio es mi palabra
Ya puedes imaginarte
Lo que siente el corazón
Ayer comprendí
Que tuve solo en el camino
Que pisé mis propios pasos
Fui quien puso el amor
Yo fui quien te puso tu cielo de azul
Fui yo quien te puso ese verde a tu mar
Y tú tantas cosas pudiste pintar
Solo el dolor supiste dibujar
Porque tú
Talento de señora
Cual maestro que se juega
La vida en el ajedrez
Aprendiz de apenas damas
Me invitaste a que jugara
Y por eso jugué
Presentí
Al final de la partida
Miré el rey como caía
Y me tocó perder
Porque así son las cosas de la vida
Lo que más alto se tira
Más duro se da al caer
Con tanto sol
Porque tan ciego yo fui
Con tanto sol
Que brillaba en mi verdad
Y si tengo que morir
De frente al sol
No he de quejarme
Yo aprendí de mi valor
Nunca le temí al dolor
No soy cobarde
Con tanto sol
Porque tan ciego yo fui
Con tanto sol
Que brillaba en mi verdad
II
Así un día aprendí
El camino por la vida
Con el dolor en mi herida
Caminé bajo el sol
Sintiendo morir
Pero allá en el firmamento
Quedaba la última estrella
Que me puso a vivir
Ya no te daré para ti el cielo azul
Ya nunca tendrás el verde de aquel mar
Pintor que sabe su pincel manejar
El mismo pueblo nunca vuelve a pintar
Y ahora tú
Talento de señora insinúas otra jugada
Pero yo no aceptaré
Como voy a volver a jugar dama
Después de haber aprendido
A jugar el ajedrez
Con dolor aquí dentro de mi alma
La vi entonces que lloraba y casi doblegué
Pero yo recuerdo que ella ganaba
Se reía de mí y jugaba
No lo olvidaré
Con tanto sol
Porque tan ciego yo fui
Con tanto sol
Que brillaba en mi verdad
Dicen que antes de morir
Todo malo por temor
Quiere confesarse
Por qué me pides perdón
Tú sabes que no soy Dios
Ya puedes marcharte
Con tanto sol
Porque tan ciego yo fui
Con tanto sol
Que brillaba en mi verdad

lunes, 6 de junio de 2011

Corazón de peón, una canción sobre el amor.

Otro españo para mi colección musical: MELENDI. "Corazón de Peón", del disco "Volvamos a empezar",  es una canción sobre el amor y otros temas que utiliza el ajedrez como metáfora. A mi me gustó.
Ramón Melendi Espina (OviedoAsturias21 de enero de 1979), es un carismático cantante y poeta urbano.  Su especialidad en la música es la rumba con influencias de rock,flamenco y pop. El cantante ha vendido un total de 1.000.000 copias de sus discos hasta el año del 2010-




Corazón de peón. 

Dios y el demonio están reunidos
se están apostando mi alma a una partida de ajedrez
mis ultimas noticias son que de momento están en tablas
con un peón mas lucifer.

y mientras las torres de dios son los pilares de mi vida
el caballo del demonio va cerrándome salidas
y al final todo depende de ti mi reina
todo depende de ti

de cada movimiento que decidas dar
pues cada paso en falso lo daré contigo
de todo y cuanto decidas sacrificar
pa' darle a mis demonios un mate divino
quédate conmigo

y cada vez que dios ataca
el diablo se esconde y enroca
me ofrecerá la perdición
y cuando el diablo ataca a mi se me empieza a dormir la boca
y ahí la partida se acabo

* Y mientras las torres de dios son los pilares de mi vida
el caballo del demonio va cerrandome salidas
y al final todo dpende de ti mi reina
todo depende de tiii

de cada movimiento que decidas dar
pues cada paso en falso lo daré contigo
de todo y cuanto decidas sacrificar
pa darle a mis demonios un mate divino
quédate conmigo

y aunque en nuestro tablero
yo sea tu rey sabes que yo tengo el corazón de peón
me gusta mucho mas lo de romper la ley que dictarla mi amor
y no dictare, no para ti
te dejare hacer aunque me cueste la vida
porque cuando tu te pones así
me sacas de mis casillas

y no dictare no para ti
te dejare hacer aunque me cueste la vida
porque cuando tu te pones así
me sacas de mis casillas.

Web oficial de Melandi 

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