jueves, 10 de mayo de 2012

Da Cessole: una versión sobre el ajedrez completamente fabulosa

Ya nos hemos referido al libro de Alfonso el Sabio e hicimos notar que, luego de muchos años de ser visto con recelo, el ajedrez pasó a ser utilizado como parábola de la vida humana, con intención moralizante.
Esta valorización del juego, entendido ahora en una doble dimensión lúdica y simbólica, alcanza su máxima expresión en una obra titulada “Líber de Móribus hóminum et offídis nobilium super ludo scacchórum”. o sea “Libro sobre las costumbres de los hombres y los oficios de los nobles, a partir del juego de ajedrez”. Su autor fue un monje dominico llamado Jacopo da Cessole, que predicó a fines del siglo trece y a comienzos del catorce, y cuyos sermones, recogidos por sus discípulos, constituyen el libro. Conocido en toda Europa por medio de manuscritos, fue editado en 1473, es decir, apenas veinticinco años después de que Gutenberg inventara la imprenta. El libro se tradujo a varios idiomas y fue, durante siglos, la obra capital de la literatura ajedrecística, contribuyendo enormemente a la difusión del juego.
Cabe destacar que, como lo hemos mencionado en notas anteriores, Italia se convirtió, junto con España, en foco de irradiación del ajedrez. Esto, no puede sorprender a nadie, si se repara en que Dante Alighieri, el inmortal autor de “La divina comedia”, fue contemporáneo de Jacopo da Cessole, y si se recuerda que Italia estaba destinada a ser, cien años más tarde, la cuna del Renacimiento. El juego, en particular, había llegado por diferentes vías, entre las cuales debemos señalar la vinculación con España, el comercio con el cercano Oriente y la conquista de Sicilia por los normandos.
“El libro sobre las costumbres de los hombres y los oficios nobles, a partir del juego de ajedrez”, sintéticamente llamado “Ludus “Scacchorum”, está dividido en cuatro tratados. El primero de ellos comprende tres capítulos, donde se narra la invención del juego y se explican sus fundamentos morales. El segundo abarco cinco capítulos, dedicados a la significación del rey, de la reina, los alfiles, los caballos y las torres, que son los nobles. Recalquemos que es la primera vez que se llama “reina” a la pieza originalmente conocida como “ministro”, y que los alfiles, si bien mantienen su denominación árabe, ya son similares a los “obispos”. El tercer tratado, de ocho capítulos, se refiere a la gente común, el pueblo, o sean los peones; y el cuarto también de ocho capítulos, expone el movimiento de las distintas piezas. Una recapitulación y un epílogo, cierran el volumen.
La popularidad de esta curiosa obra se debió, sobre todo, al ingenio del fray Jacobo da Cessole para comparar las distintas piezas con los personajes de la vida real. Se trata, claro está, de los personajes de aquella época, vistos a través de una organización social que hoy nos resulta difícil de entender. Así, por ejemplo, cada peón figura determinada clase de trabajadores, ocupados en los oficios que la moral de la edad media reservaba a los plebeyos, por juzgarlos indignos o impropios de la nobleza. Sorprende hallar a los escribanos en la misma categoría que los tenderos, y a los cirujanos y boticarios, asimilados a los herreros y los labradores.
Da Cessole brinda una versión sobre el ajedrez, completamente fabulosa y carente de todo sustento histórico.

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