lunes, 31 de octubre de 2011

Klaus Junge: un capítulo cruel del ajedrez

Murió jugando en las trincheras
Continuamos con esta serie homenaje a mi amigo Héctor Luis González
Rescato hoy otra página brillante del periodismo local, cuando el ajedrez se podía leer casi a diario en la prensa de mi provincia de Córdoba, Argentina. En esta oportunidad lo concreto  con la publicación del derrotero de un ajedrecista no muy reconocido por el aficionado en general. Un joven genio inmolado en el tablero de la guerra.  Aquí pueden ver la anterior nota sobre Lasker.
En la tarde del 27 de abril de 1945, en Welle in der Luneburger Haeide, una tierra arenosa y triste vecina a Hamburgo, un grupo de campesinos del lugar recogían los restos mortales del teniente Klaus Junge para darle sepultura.
Klaus, era uno de los últimos muertos en combate de una resistencia injustificada que pretendía evitar la inexorable caía del Tercer Reich, apelando a la reserva de adolescente y jóvenes bajo el patético proverbio “Niños aprovechemos la guerra, la paz será terrible” había sido convocados a mediados de 1943, cuando la noche comenzaba a caer sobre las huestes de la Alemania nazi. La guerra ya comenzaba a perderse en los aires y en los mares. El Afrika Korps estaba destrozado. La ofensiva sobre Kursk había fracasado, el frente del este se derrumbaba, los balcones ardían, los aliados avanzaban en Italia y el desembarco en el frente del oeste era ya una amenaza inevitable. Era el comienzo del apocalipsis. Mientras el ejército alemán permanece en Stalingrado, Heinrich Himmler -el creador de la Gestapo y jefe máximo de los SS- pasa a ser hasta el final un importante personaje en el plano militar.
Así es como nace la 12º Panzer División SS Hitler Jugend, en la que la edad media de sus integrantes era de 18 años incluyendo suboficiales y oficiales. La idea de la creación de esta unidad de adolescentes parte del Reischjugend Führer Arthur Axmann, un mutilado que perdió un brazo en el frente, y adoctrinó y dirigió a toda la juventud del Reich enfervorizando a más de dos millones de chicas y chicos.
Así es como los jóvenes pasan con toda naturalidad de los campos de adoctrinamiento de Arbeitdienst a los de las Waffen SS, pese a que la incorporación obligatoria provoca un sinnúmero de quejas. Sacerdotes y pastores y acongojados padres solicitaron al Führer que deje sin efecto la medida. Los obispos intentaron intervenir, pero Himmler convocó a su lugarteniente Hans Juttner encargado de las cuestiones administrativas y le ordenó: “...encuentre un medio de calmar los chillidos de la curería...” y a los padres anúnciales que sus hijos tendrán un mes de instrucción y luego se les dará a elegir entre la Wehmarcht o las Waffen SS (divisiones formadas por voluntarios extranjeros).
El plan se cumplió y con tanta exactitud que solamente tres jóvenes pidieron salir de la SS al fin del período de instrucción, la que alcanzó niveles de tal perfección, que tiempo después se apreció en plena lucha, cuando estos jovencitos realizaban verdaderos milagros batiéndose en proporción de  uno a diez ante los efectivos aliados.
La división Hitler Jugend quedó oficialmente constituida el 24 de junio de 1943. Más de diez mil muchachos de 15 a 17 años prestaron juramento a la luz de las antorchas, luego de haber minuciosamente preparados para batirse y morir. Klaus Junge se encontraba entre ellos y fue uno de los últimos en entregar su vida, cuando ya la guerra tocaba a su fin. Muy cerca de donde cayera, en Lübeck dos días antes de su muerte, el 25 de abril, Heinrich Himmler en un posterior esfuerzo intentaba pacificar el frente occidental. Aprovechando la mediación del conde Folke Bernadotte de la Cruz Roja sueca, proponía a los norteamericanos y británicos una paz separada para luchar en forma conjunta contra los bolcheviques.
Algo que ya había intentado su camarada de la Orden Negra, Rudolf Hess cuatro años atrás, pero el resultado fue el mismo, puesto que Truman y Churchill la rechazaron, entendiendo que se comprometía el futuro del mundo y configuraba un acto de deslealtad ante la promesa formulada a Stalin de no concertar ningún tipo de paz con Alemania. Mañana seguimos con este cruel capítulo del ajedrez mundial. 


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