lunes, 12 de septiembre de 2011

Erich Eliskases: un exquisito comentarista por el título del mundo de ajedrez

Por Juan Antonio Castro Torres (*)
Mañana publicaré la última parte de este brillante aporte. 
Profundo observador y crítico del juego de los grandes campeones, Erich Eliskases fue exquisito comentarista del match por el título del mundo de ajedrez que disputaron Anatoly Karpov y Victor Kortchnoi en 1978. Tiempo después se enfrascó en un profundo estudio de una de las tantas variantes de la defensa Petroff que se había jugado en aquel match, donde las piezas negras, conducidas por Kortchnoi, no habían logrado los mejores resultados. Pues bien, el empeño, la gran paciencia y la sabiduría del "Caballero del ajedrez", abrió otras vertientes teóricas para esta compleja defensa donde el segundo jugador podría no solo igualar el juego sino también aspirar legítimamente a la victoria. Quien esto escribe aprovechó con creces ese trabajo inédito sobre la Petroff del maestro Eliskases alcanzando algún que otro éxito nada menos que en el juego a distancia donde el estudio tiene fundamental importancia por el tiempo disponible.
Durante el transcurso de las Olimpíadas de Ajedrez de 1978, que se disputaron en el estadio de River Plate, en Buenos Aires, Erich Eliskases fue una de las personalidades presentes más destacadas. En esa condición fue invitado a participar de una velada social y cultural preparada con gran meticulosidad por la embajada de la Unión de Repúblicas Socialistas del Soviet (URSS), de la que participó, como figura emblemática, el legendario astronauta ruso Nikolai Sebastianov, un gigante de casi dos metros de alto, al que se podía ver vestido de civil, pero mostrando en la solapa del impecable traje negro las grandes medallas y condecoraciones otorgadas por sus méritos profesionales. Acompañado por cierto, por los grandes maestros de ajedrez como Boris Spassky, Tigram Petrosian, Lev Polugaiesky, Boris Gulko, entre otros, que defendían el liderazgo soviético. A la imponente sede diplomática concurrieron junto a Eliskases, entre otros argentinos, los maestros Rodolfo Argentino Redolfi y Osvaldo Manuel Bazán, ambos múltiples campeones de Córdoba, que habían concurrido en esa ocasión como enviados especiales del ya desaparecido vespertino “Córdoba”. Por supuesto todas las atenciones se las llevaba Eliskases por su natural gravitación en la elite ajedrecística. Los mozos, solícitos, le acercaban continuamente exquisitos bocadillos, acompañados del clásico vodka ruso. Como era un auténtico caballero Eliskases nada rechazaba. Igual conducta mantuvo a la hora de la bien regada cena. Entusiasmado por la conversación con sus pares, los grandes del mundo del tablero de ajedrez, no se percató de que la fuerte bebida alcohólica tradicional de Rusia, a la que no estaba de ninguna manera acostumbrado, lo fue envolviendo hasta poco menos que dejarlo sin control. Por suerte quienes lo acompañaban lo advirtieron y, con mucho disimulo, lograron acompañarlo de regreso al hotel sin que nadie descubriera su embriaguez. En Córdoba, por años, esta anécdota fue cita obligada en las interminables tertulias ajedrecísticas. (Nota del editor: El avión González me comentó que al día siguiente encontró a Eliskases con un ojo morado y algunos razguños en la cara, y que el maestro le contó, con su habitual delicadeza,  que se había descompuesto después de la cena y que tuvo "expulsiones, tanto por delante como por detrás").
Solo como para recordarlo por la mención, aquella olimpíada de ajedrez disputada durante la genocida dictadura militar argentina, fue ganada, en la rama masculina, por Hungría que totalizó 37 puntos, en tanto la URSS sumó 36 y EE.UU. 35. Mientras que entre las damas se impuso la URSS con 16 puntos, seguida por Hungría y Alemania Democrática con 11.

(*) Periodista, escritor y MI (ICCF)

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