En el siglo I antes de Cristo, vivió en Roma un caballero llamado Cayo Cilnio Mecenas. Según las crónicas de la época, Mecenas era un entusiasta aficionado a todas las artes, y utilizó su propia fortuna, así como también la influencia que ejercía sobre el emperador Augusto, para favorecer a grandes poetas como Horacio y Vigilio. El nombre de Mecenas se ha convertido en sustantivo común y sirve para designar a aquellas personas, generalmente adineradas, que brindan apoyo económico a la actividad creadora. Y como el ajedrez también es un arte, ha tenido y tiene sus propios mecenas.
Ya en la segunda mitad del siglo IX, por ejemplo, el califa Mutawakil, de Bagdad, se convirtió en el protector de uno de los más grandes maestros que tuvo el ajedrez, en su versión árabe. Nos referimos a Al - Adli, que gracias a dicho monarca pudo escribir los tratados de ajedrez más antiguos que se conocen. Se supone que también Harun -el-Rachid, el califa que aparece en los famosos cuentos de "Las mil y una noches", fue mecenas de otros ajedrecistas.
Durante el Renacimiento, los reyes y los cardenales actuaron como mecenas de todos los grandes artistas. Tampoco los maestros de ajedrez estuvieron excluidos, pudiendo recordarse que el sacerdote español Ruy López de Segura contó con el patrocinio de Felipe II, quien aportó incluso los premios para el primer torneo internacional de la historia del juego, cumplido en Madrid, en 1575. Uno de los participantes de este certamen, el italiano Leonardo de Cutro, era además el protegido del príncipe de Bisignano, en cuya corte el maestro murió asesinado, precisamente por envidia.
Varios de los encuentros por el campeonato mundial fueron posibles por la intervención de algún mecenas. Cuando la disputa del título no estaba todavía reglamentada por un organismo oficial, el campeón exigía importantes sumas de dinero para exponer su corona, y muchos grandes maestros no pudieron reunirlas, a pesar de que ajedrecísticamente eran aspirantes serios. En cambio, un jugador de segunda línea, como fue el polaco David Janowski, logró medirse con Lasker en 1909, porque su mecenas, un señor Nardus, efectuó la contribución financiera indispensable.
Incluso el denominado "match del siglo", es decir el que jugaron Robert Fischer y Boris Spasski en Reykjavik, en 1972, no se habría llevado a cabo de no mediar un mecenas. Fischer notificó que no se presentaría, por considerar insuficientes los premios establecidos; entonces, el magnate británico, Jim Slater donó 50.000 libras esterlinas adicionales, y finalmente Bobby aceptó jugar.
Uno de los mecenas más extraordinario que ha tenido el ajedrez mundial, fue Frederick Hamilton-Russel. Financió de su bolsillo los juego olímpicos de Londres y de Folkestone, e instituyó la copa de oro que se entrega al país vencedor del campeonato mundial por equipos. otro nombres destacable es el del norteamericano Louis Stathan, fallecido en febrero de 1983, quien fue el patrocinante del torneo abierto de Lone Pine durante más de una década.
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