Un nuevo avance en mi lectura del libro "Cómo la vida imita al ajedrez" del ex campeón del mundo Garry Kasparov, un Gran Maestro azerí de origen armenio, Campeón del mundo de ajedrez más joven de la historia, escritor y hoy activista político.
La percepción de la calidad, tanto en el ajedrez como en la vida, es un buen punto de apoyo para que Kasparov hable de los ordenadores.
Dice que tienen una ventaja evaluativa porque "son inmunes" a los juegos de percepción, pero aclara que los programa no funcionan bien en le mercado, que está en manos de humanos irracionales,"cuyo comportamiento es impredecible, incluso ilógico. "la misma razón por la que los ordenadores no juegan bien al poker. En el ajedrez funcionan mejor, pero no porque comprendan el material, el tiempo y la calidad al modo humano", afirma.
En esta parte del libro Kasparov me sorprendió con un ejemplo casero. Dice que junto a su esposa compraron una casa nueva, algo que describió como "una experiencia traumática, en la que confluyen tanta o más consideraciones y no menos tensión, que en un torneo por el campeonato del mundo de ajedrez". Tanto así, che.
Después de otras consideraciones sobre este tema (polémico para mi), asegura que "sin ampliar nuestra capacidad de evaluación, corremos el riesgo de darle la razón a Oscar Wilde cuando dijo´Hoy día la gente conoce el precio de todo, y el valor de nada"
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