miércoles, 15 de agosto de 2012

El ajedrez nunca fue amateur

El profesionalismo del jugador de ajedrez.
Los maestros italianos nombrados en las últimas entradas hicieron del juego su medio de vida, y algunos, como Boi y Greco, no solamente llevaron una existencia decorosa sino que reunieron verdaderas fortunas. Es verdad que contaron con el apoyo de los nobles del Renacimiento, quienes protegieron a los ajedrecistas brillantes, como lo hicieron también con los mejores músicos y demás artistas: Porque el ajedrez es un arte, hubo mecenas que proporcionaron respaldo económico a los virtuosos del tablero.
Pero, sin perjuicio de su calidad artística, el ajedrez es esencialmente un juego, y siempre existió la costumbre de establecer una recompensa en dinero para el ganador. Las apuestas eran cosa habitual y constituyen un dato de la realidad, imposible de negar, al margen de las consideraciones morales que puedan formularse al respecto.
Esta modalidad no fue un invento de los italianos, ni apareció por primera vez en el Renacimiento. Existen testimonios muy antiguos, que prueban que ya los maestros árabes se consagraron en forma exclusiva a la práctica del ajedrez primitivo, y que el juego les permitía mantenerse sin dificultades.
El propio Ruy López, en España, fue un profesional del ajedrez. Y así aconteció más tarde con los principales jugadores de Francia, Inglaterra y Alemania, países que ocuparon sucesivamente el primer plano en la práctica de nuestro juego.
Era natural, entonces, que cuando el ajedrez se organizara como deporte, en clubes y federaciones, los torneos tuvieran desde el primer momento premios en efectivo: Y así ocurrió ya en el famoso torneo de Londres, año 1851, considerado como el primer certámen internacional de la historia. Algunos autores sostienen que ese título corresponde al encuentro entre españoles e italianos, que tuvo lugar en 1575, en Madrid; pero, si se admite esto, hay tener en cuenta que en esa remota ocasión también hubo una suma de dinero en disputa.
El ajedrez deportivo, en consecuencia, tiene una tradición de profesionalismo, o al menos, de competir por dinero, tan antigua como el ajedrez mismo, y esa tradición emana de su condición lúdica. Carece de relevancia que sea un juego de ingenio y no, un juego de azar; Es, de todos modos, un juego, aunque también sea un arte y una ciencia.
Tal es la causa por la cual el ajedrez no participa de las Olimpíadas. Aclaremos que los llamados “Juegos Olímpicos Ajedrecísticos”, son, sencillamente, un campeonato mundial por equipos.
El ajedrez, en nivel magistral o internacional, nunca ha sido, pues “Amateur”. Y este hecho, también forma parte de la historia del juego.

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