Campeonato mundial
Era la tercera vez que Kasparov y Karpov se medían por el
campeonato mundial, ya que el encuentro iniciado en 1984 fue dejado
sin efecto por la federación internacional. Toda la competencia por
el título está atrasada, debido a las maniobras de la Unión
Soviética que, con la complacencia del presidente de la FIDE, ha
actuado con manifiesta parcialidad en beneficio de Karpov.
En 1986 correspondía una nueva confrontación por el título, y
apenas está empezando el desquite establecido como un privilegio
para Karpov. El encuentro de revanchafue suprimido hace un cuarto de
siglo, ya que resulta contraproducente y traba el legítimo ascenso
de nuevos grandes maestros con pretensiones de ser campeón.
Falta todavía concluir la selección del próximo desafiante. Los
grandes maestros rusos Artur Yusupov y Andriei Sokolov, deben jugar
un match eliminatorio, y su ganador enfrentará después al derotado
en el cotejo Karpov-Kasparov. Probablemente, habrá lucha por el
título de también en 1987 y 1988, en que finalmente quedará
regularizado el cilco de dos años entre cada desafío. Es importante
que el campeón disponga de tiempo para intervenir en torneos
magistrales, en diversos lugares del mundo, pues ello favorece la
difusión del juego y estimula un constante mejoramiento de su nivel
teórico. Karpov, entre 1975 y 1983, fue permanente animador de tales
torneos incluyendo lo que jugó en Buenos Aires y Mar del Plata.
Lo que contunúa sin modificaciones, es el predominio de los maestros
soviéticos. Con la única excepción del genio americano Robert
Fischer, que ganó el título en 1972 y abandonó luego el ajedrez,
ningún otro ajedrecista occidental ha logrado acercarse al
campeonato mundial. La superioridad de la escuela soviética reposa,
en primer lugar, en la milenaria tradicción ajedrecística del país
y en los millones de aficionados que estudian sistemáticamente el
juego. Y además, en el apoyo oficial, pues el gobierno comunista
utiliza el ajedrez como elemento de propaganda política. Pero, para
ser justos hay que recordar que ya antes de la revolución
bolchevique el ajedrez de Rusia era del mayor nivel, como lo prueba
la figura de Alejandro Alekhine. Sólo que, en esos tiempos, Alemania
tenía un Lasker y América Latina un Capablanca. Ahora, existe un
verdadero monólogo soviético.
La forma de disputa del campeonato mundial está pensada también para
perpetuar la supremacía rusa. El certámen nacional soviético
constituye un zonal por sí mismo y la cantidad de maestros rusos
presentes en cada instancia, permite ciertos arreglos que postergan a
los competidores de otros países. Esto ya fue denunciado por Fischer
hace veinte años y solo él hubiera podido cambiarlo; por desgracia,
el maestro americano abdicó el título en su momento de gloria y las
cosas volvieron a quedar como antes.
Pero tampoco hay que equivocarse en la apreciación objetiva de la
relación de fuerzas. El maestro holandés Jan Timman llegó a los
cuartos de final del último certamen de candidatos y, cuando le tocó
con Yusupov, incluso como local, fue batido de manera inapelable.
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