Hace un par de años, el MI Raúl Monier, me regaló el libro “Cómo la vida imita al ajedrez”. Por diversas cuestiones que, por ahora, no vienen al caso, permaneció en mi biblioteca prácticamente sin tocarlo. Ahora me decidí a leerlo y, de paso, aprovecho para hacer algún comentario. Lógicament, muy parcializado, ya que es mi punto de vista como ajedrecista y no como literato.
Por lo poco que leí en la carátula, contratapa y un poco del primer capítulo, es casi una autobiografía de Kasparov y un exámen de la reflexión del ser humano. Expone los componentes de la toma de decisiones, los procesos de cálculo, el autoconocimiento y diversos aspectos del razonamiento.
¿Cómo deben ser los procesos de toma de decisiones?, esta es la cuestión abordada en los primeros capítulos. Explica cómo las soluciones a los problemas cotidianos requieren de las mismas artes y técnicas que el juego de los 64 escaques. En el ajedrez, como en la realidad, es necesario analizar, descartar, organizar el pensamiento, comprender las acciones que pueden ocurrir, tener soluciones preparadas, saber concluir y estudiar todas las variantes posibles, ser capaz de hacer de la necesidad virtud y entender las facultades del adversario para darles la vuelta en beneficio propio. Para ello es imprescindible contar con una férrea autodisciplina, intuición y lógica que nos faciliten el acercamiento a los problemas comunes
“Adquirir patrones y la lógica para emplearlos, se suma a nuestras cualidades inherentes para crear un sujeto que toma decisiones. La experiencia y el conocimiento se enfocan a través del prisma del tablero, que en si mismo puede ser desplazado, modificado y educado”, es una de las primeras consideración que realiza el ex campeón del mundo.
Conocerse a uno mismo, es esencial para combinar tu sabiduría, experiencia y talento con un mayor rendimiento.
En un momento señala que tampoco es del todo cierta la percepción generalizada que considera a los jugadores de élite como computadoras humanas, “capaces de memorizar megabytes de información y calcular de antemano decenas de movimientos”.
“En realidad, según he podido observar, hay muy pocas pruebas de que los maestros ajedrecistas posean cualidades más allá de las obvias para jugar al ajedrez”, asegura.
Bueno, cuando termine de leer el libro podré tener un mayor panorama y hacer otras consideraciones.
Pero en principio, parece muy interesante.
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