"Demasiado juego para ser ciencia y demasiada ciencia para ser juego". Gottfried Leibniz
En entradas anteriores hablamos de los muchos artistas que fueron aficionados al ajedrez. Pero, como este juego tiene también caracteres científicos, ha concitado además la atención de los investigadores, en distintas ramas del conocimiento.
En entradas anteriores hablamos de los muchos artistas que fueron aficionados al ajedrez. Pero, como este juego tiene también caracteres científicos, ha concitado además la atención de los investigadores, en distintas ramas del conocimiento.
Fue precisamente un genial matemático y filósofo alemán, Gottfried Leibniz, quien describió con acierto la particular naturaleza del ajedrez. Dijo que es “demasiado juego para ser ciencia y demasiada ciencia para ser juego". Leibniz, quien nació en 1646, descubrió al mismo tiempo que Newton las bases del moderno análisis matemático y diseñó una primitiva máquina de calcular.
La relación entre las matemáticas y el ajedrez fue puesta de relieve en el siglo pasado por otro sabio ilustre: Henri Poincará. En su obra “Ciencia y método”, señaló lo siguiente: “Una especial aptitud para las matemáticas podría deberse sólo a una gran memoria o a un extraordinario poder de concentración. Sería una cualidad análoga a la de un jugador de ajedrez, que puede imaginar y calcular un gran número de variantes y retenerlas en la memoria. Todo buen matemático podría ser un buen ajedrecista y viceversa”. Cabe recordar aquí que dos grandes campeones mundiales, Lasker y Botvinnik, han sido matemáticos brillantes.
Sin embargo, el ajedrez no sólo ha sido vinculado con las ciencias exactas sino también con las humanidades. La psicología del jugador ha sido igualmente objeto de análisis científico y, en este punto, vale la pena citar unas palabras del doctor Rey Ardid, eminente psiquiatra español y maestro de ajedrez. Afirma que “entre los motivos que podríamos llamar vocacionales, que guiarían a un joven a escoger el ajedrez como diversión favorita, e incluso como profesión, figura en primer lugar la circunstancia de ser una actividad sumamente individualista y, en tal sentido, se sienten atraídas a ella las personas dotadas de capacidad de concentración y poco comunicativas.
Ferdinand de Saussure
Asimismo, el ajedrez fue utilizado como ejemplo para ilustrar las más diversas teorías en muchos campos de la ciencia. Uno de los casos más notables es el del lingüista suizo Ferdinand de Saussure, que a fines del siglo XIX y principios del XX revolucionó la teoría del lenguaje, dando origen a la escuela conocida con el nombre de “estructuralismo”. De Saussure, en su libro “Curso de lingüística general”, distingue por un lado la forma, y por otro lado, la función de las palabras, comparándolas con las piezas de ajedrez; y así señala que los peones pueden ser de madera o de marfil, sin que la diferencia afecte las reglas de su movimiento.
De Saussure recurre también al juego para relativizar la importancia de la etimología, o sea el origen de las palabras. Y lo hace subrayando que “en una partida de ajedrez, cualquier posición posee la característica única de ser independiente de las posiciones anteriores: el camino seguido para llegar a ella no cuenta en absoluto.” Y agrega que “una persona que haya seguido el desarrollo de la partida no posee ninguna ventaja analítica frente a otra que se acerque en un momento determinado”.
Algunas de esta imágenes de de Saussure fueron posteriormente discutidas por otros lingüistas y lógicos, como Ludwing Wittgenstein. Pero lo importante es que el juego de ajedrez constituye un valioso elemento didáctico, que puede emplearse en la enseñanza con singular provecho.
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