miércoles, 21 de diciembre de 2011

Hubo muchos religiosos aficionados al ajedrez

En cierta época, durante el período más oscuro de la Edad Media Europea, el juego de ajedrez fue prohibido por algunas autoridades de la Iglesia. Existieron  casos aislados de ignorancia y, en compensación, hubo muchos sacerdotes que fueron maestros del tablero.
El más ilustre de todos es, por supuesto, el español Ruy López de Segura, a quien la historia considera como el campeón mundial de su tiempo. Ruy López era sacerdote y su viaje a Roma, por motivos religiosos, le permitió conocer a los grandes jugadores y teóricos italianos del siglo XVI. Escribió a su vez un famoso tratado, creó la apertura que lleva su nombre y promovió, con el apoyo de rey Felipe II, el primer torneo internacional, en el año 1575.
El más alto exponente de la llamada "escuela moderna", que dio gran impulso al ajedrecistas italiano en el siglo XVIII, fue Domenico Ponziani. Recibido primero de abogado, tomó luego los hábitos y llegó a ser canónigo de la cátedra, vicario de la diócesis y protonotario apostólico. Publicó, en forma anónima, un valioso libro de teoría, que circuló por toda Europa, traducido a diferentes idiomas. Una antigua apertura recuerda también el nombre de Ponziani.
En Inglaterra, también hubo varios eclesiásticos que sobresalieron en competencias de primer nivel. El más conocido es John Owen, que compartió el tercer puesto en el primer campeonato de Gran Bretaña, realizado en Londres en 1862. La defensa Owen, puesta en práctica por el, se anticipó a los conceptos de la escuela  hipermoderna.

Un gran maestro de nuestros días, también  viste la hábito: Se trata del norteamericano William Lombardi, (nacido el 04 de diciembre 1937) es un americano gran maestro de ajedrez , escritor, profesor) campeón mundial juniors en 1957, amigo personal de Robert Fischer y analista del genio norteamericano en distintas ocasiones. Pero, en este caso, las obligaciones de su ministerio eclesiástico alejaron a Lombardy de los torneos internacionales.
Religiosos católicos o protestantes, han sido también Pietro Carrera, George Mac Donnell, Johann Koch y otros de menor trascendencia mundial.
El fenómeno es menos frecuente en al ámbito de otras religiones. Los teólogos musulmanes siempre han sido poco amigos del ajedrez, como lo prueba su condena en Irán. En el siglo XVI, sin embargo, un predicador de la mezquita de Alepo, en Siria, redactó un tratado sobre el juego, que lleva el poético título de "La fragancia de la rosa". El religioso se llamaba Muhamad ben Ahmad Sukaiker y su manuscrito se conserva en la biblioteca de Oxford.
Más indirecta, pero no menos importantes, fue la influencia de un rabino alemán, a mediados del siglo XIX. Tras cumplir sus obligaciones religiosas en la sinagoga de Berlín, les enseñaba a jugar al ajedrez a sus hijos: el mayor cursaba la carrera de medicina y el más chico estaba todavía en la escuela primaria. Los hijos del rabino eran Berthold y Emanuel Lasker, y éste llegó a ser campeón del mundo durante 27 años.
Han jugado al Ajedrez líderes religiosos como Tomás Becket (Arzobispo de Canterbury), Charles Borromeo (Obispo de Milan), el Papa Gregorio VI, el Papa Inocencio III, el Papa Juan Pablo I, el Papa Juan Pablo II, el Papa León X, el Papa León  XIII, el Cardenal Richelieu y Billy Graham.

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