Podemos considerar probado que el ajedrez nació en la India, a fines del siglo VI de la era cristiana, con el nombre del “chaturanga”. Luego pasó a la antigua Persia, donde fue llamado “chatrang”, y su etapa primitiva concluye con la invasión musulmana que funda el califato de Bagdad, en cuya corte el juego se denominó “shatranj”.
Los árabes llevaron después el ajedrez a España, país que -juntamente con Italia- son los polos de irradiación del juego hacia el resto de Europa. La expansión europea se cumple alrededor del año 1000, a pesar de la resistencia de la jerarquía eclesiástica que, en un primer momento,miró con desconfianza esta invención de los infieles.
La influencia española se ejerció, sobre todo, a través de los manuscritos árabes, que contenían las reglas del juego y también problemas y finales compuestos. Más tarde, un rey católico, Alfonso X El Sabio, compiló el primer tratado integral de ajedrez, ampliamente divulgado en todo el mundo de entonces.
Italia, por su parte, difundió el ajedrez por medio de sus mercaderes que recorrían continuamente las comarcas vecinas, llevando productos de la industria y la cultura. Gracias a ellos, el juego fue conocido en el sur de Alemania, Austria y Francia y también en lo que actualmente son los países balcánicos.
En Alemania, la referencia más antigua sobre el ajedrez se halla en un poema escrito en latín, que se supone a principios del siglo XI y fue encontrado en el monasterio de Tergernsee, localidad de Baviera. La obra narra las negociaciones entre dos monarcas, posiblemente el rey de Francia, Roberto II el Piadoso, y el emperador alemán Enrique II, quienes efectivamente conferenciaron en el año 1022.
Según el autor, un emisario de uno de los reyes va a la corte del otro, portador de una propuesta de paz. Antes de hacerlo pasar, el chambelán lo desafía a jugar una partida de “ludus scacchorum” (nombre latino del ajedrez). El enviado acepta, pero enseguida advierte que su rival juega muy mal, entonces, diplomáticamente, se deja ganar. Así consigue llegar hasta el rey enemigo, quien acepta el tratado de paz y, antes de despedirlo, lo invita también a jugar, pero apostando una fuerte suma de dinero. Como ya había logrado su propósito el astuto embajador, pone esta vez en práctica todo su dominio del tablero, gana la partida, y regresa de su misión habiendo concertado la paz y ganado el dinero de la apuesta.
Otro manuscrito, conocido como “poema de Einsiedeln” porque fue descubierto en otro monasterio, sito precisamente en ese lugar de Suiza, describe minuciosamente el tablero y las piezas del juego y lleva por título “versus de Scacchis”, es decir, “versos sobre el ajedrez”. En esta obra, el tablero ya aparece escaqueado, con las casillas alternativamente blancas y negras. En cambio, los elefantes árabes todavía no se han convertido en Obispos, sino que se los llama “condes”; de todos modos, ya tienen una forma que sugiere la de los modernos alfiles. El primer ministro del shatranj se denominó “fers”, pero ya representa, como en el juego moderno, a la reina o la dama.
La acción de los italianos fue decisiva para la introducción del ajedrez en la europa meridional y central. Pero se debe a los vikingos su difusión en Holanda, norte de Francia, Gran Bretaña, Irlanda y hasta la remota Islandia. Grandes viajeros y conquistadores, los vikingos fueron también notables civilizadores.
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