sábado, 7 de mayo de 2011

Karpov - Korchnoi y el "Avión" González

El teatro, pero ahora en Córdoba 

En Córdoba también a partir de la década del 70 del siglo que se fue, el ajedrez trepó a los escenarios teatrales gracias a la pasión del dirigente más importante que tuvo la “Docta”: Héctor Luis (el “avión”) González. Fue el detonante la aparición del legendario Bobby Fischer ( ¡No te mueras nunca, ídolo!) y su epopeya frente al “imperio” ruso que culminó con su memorable batalla ante Boris Spasski (lo venció por 12 ½ a 8 ½), después de arrasar literalmente con los mejores en las preliminares con resultados nunca registrados (Por ejemplo en 1971, 6 a 0 a Mark Taimanov y a Ben Larsen) .
El duelo escenificado en Reykiavik entre el 11 de julio y el 15 de septiembre de 1972, también “revolucionó” el ajedrez en Córdoba, con una pasión desconocida. Poco después el “avión” González, expresión cabal de aquella misma pasión que reflejaba Tal por el ajedrez, organizó el torneo con mayor cantidad de participantes de toda la historia. Pero no fue todo, ni mucho menos.
Match 1978
La puesta en escena en el teatro Córdoba
González, como dirigente y periodista imaginó y puso en escena, en el Teatro Córdoba, ubicado en calle 27 de Abril 275, el match por el título del mundo entre Anatoly Karpov (lo retuvo por un punto, en la última ronda!!) y el retador, también soviético, pero disidente, Víctor Kortchnoi, a partir del 19 de julio de 1978. Ronda a ronda, llenaba el teatro céntrico con un público exigente (aparecían en las fotos del diario quienes después serían grandes campeones, como Raúl Monier y Edith Soppe, entre otros) que seguía los comentarios de cada juego a cargo de los mejores jugadores del momento, Erich Eliskases, GMI, incluido. Jugada a jugada - llegaban personalmente o por teléfono según la urgencia desde la misma redacción de La Voz del Interior - el gran maestro austriaco que se radicó por estos lares, enamorado, junto a Gerardo Bazán (campeón de Córdoba en ese mismo año), Elías Miana, Omar Méndez y otros notables analistas, explicaban, a partir de un tablero mural, pedagógicamente, los vericuetos de aquella lid escenificada en Baguio, Filipinas, que duró nada menos que tres meses. El público, heterogéneo, pero apasionado, al igual que el ruso. Los que entendían poco, ni pestañaban. Quienes entendían, tampoco pestañeaban, asimilaban. Al final de cada función, algún amigo más; quien había entrado por simple curiosidad se ilusionaba, a la salida. Claro, se veía en su mirada la temible mirada del Tolia Karpov. Y, por delante de la gélida mirada, los anteojos espejados de Kortchnoi para que nadie le mirara la mirada.
 Digresión: Alberto (querido flaco amigo) Fernández ganaba el torneo de Primera categoría de la UCA adelantándose nada menos que al “yulo” Julio Cesar Saadi, en tanto Daniel Cámpora y Jaime Emma competían para determinar el campeón argentino, por esos mismos días.

Korchoni y sus lentes
espejados
Pero el incansable “avión”, como el corazón de los seres vivos, no paraba jamás. Terminada la “obra” teatral diaria marchaba “volando” hacia la redacción para elaborar la crónica y los eruditos comentarios de lo ocurrido que se publicaba al día siguiente…! a página entera! Incluyendo fotografías del match y del público que lo seguía en el teatro.
Ya en la madrugada y mientras las ruidosas linotipos en el taller de composición gráfica descifraban la técnica ajedrecista para deleite de los lectores, González continuaba discutiendo y analizando las infinitas variantes de la partida con los maestros cordobeses. Tertulias que ya con el sol alto se sostenían en cualquier bar, en cualquier plaza de la ciudad o en un burdel, todo valía.
Y podríamos seguir con estas historias ad eternum. Hemos tratado de reflejar, con alguna anarquía incluida,  esta pasión que nos sigue moviendo a los ajedrecistas, buenos y de los otros, que también se necesitan para que aquellos luzcan. En la vida cotidiana, como en el teatro Córdoba o como en el Teatro Pushkin.
De Miguel Tal, campeón del mundo, a Héctor Luis González, dirigente de excepción, siempre decolando. Cantidad y calidad humana para los tiempos. Protagonistas de perfiles contrapuestos pero unidos a sangre y fuego por la misma pasión sin límites que ni siquiera la desaparición física, apenas la última noticia de la vida,  ha podido atemperar.
Salud, un fuerte abrazo, muchas gracias, tantos jaques y eternidad para ambos inolvidables maestros.

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